Camino al altar

Nuestro recorrido hacia un futuro no-tan-lejano (dice mi contador de días en Facebook que faltan 185 días) comenzó hace muchos años. Pero lo comenzamos a conversar y a palpar en marzo de este año. A partir de ahí, se hablaron, pensaron, dijeron y soñaron muchas cosas. Pero por sobre todo, esperamos.

De los dos, siempre fui yo la más miedosa al próximo paso a dar. Hasta que un día, sin trabajo y con muchos problemas a resolver, amanecí sintiendo que sí, iba a poder hacerle frente a todo. Entonces, le dije. Le dije que ya no tenía miedo y que me animaba a todo, teniéndole a mi lado.

A buen tiempo, llegó en octubre el anillo, que significaba que íbamos con todo para cerrar el trato. Fue en un almuerzo de un sábado al mediodía en La Misión, un hotel boutique de Asunción que nos apasiona. Era nuestra primera vez en el lugar, y pensé que iba a ser un buen tópico de coolhunting de restaurantes. En resumen: vayan a comer ahí, totalmente recomendado. De lunes a sábado al mediodía, almuerzo ejecutivo con entrada (antipastos, incluyendo deliciosos sushis), 5 opciones de plato de fondo y postre por Gs. 50 mil por persona.

Sigamos. Era una mañana di-lu-vio-sa. Se ahogaba la ciudad en una tormenta que nos azotaba. De alguna manera (muy parecida a flotar) llegamos Chris y yo al hotel. En lo más profundo de mi ser, quería que ése sea el día. Y Dios, la vida y Chris (sin saberlo) me hicieron caso, y me dieron el gusto.

El anillo apareció antes del postre, se posó dentro de su cajita abierta sobre la mesa, y abrazándome por detrás y con susurros, Chris me pidió que me case con él.

A partir de ahí comenzó una aventura de planificación que no imaginé que iba a ser como se está desarrollando. Al caerles a mis papás con la noticia (Chris a los 17 ya les dijo que nos casábamos, así que no hubo preámbulos traumáticos para las partes), nos sentamos como si fuera una reunión de banco a analizar el status financiero. Por Skype se agendó con la hermana la viabilidad de asistencia (pensar que querían hacerme esperar OTRO AÑO para casarme!).

Y a partir de ahí, mamá se volvió coolhunter de bodas. Se pasa horas en theknot, weddingchannel y demases buscando cosas. Es muy lindo verle emocionada. Por sobre todo, puede contar con 7 meses de anticipación que su hija se casa. Le dije que eso le dice a la gente tácitamente "y no, mi hija no se casa por estar embarazada".

No faltan los que dicen que estamos locos, que somos chicos, que nos vamos a divorciar pronto... pobre gente, que no está en nuestros zapatos. Gente que no tuvo el placer de conocerle a Chris, el hombre más perseverante y dulce del mundo, y más sorpresivo. Tiene su manera de ponerme nerviosa, pero con eso y todo le quiero. A ellos les digo: no me caso porque sea la salida más fácil, la más usada, la más segura. Me caso por amor, y porque creo que el amor es decisión. Mientras esté decidida en algo, vamos a buen puerto. Y los que me conocen, saben que soy tercamente decidida por las cosas que quiero.

Hasta acá el divague, por hoy. Mientras, seguimos trabajando, terminando la tesis, y soñando.
No hace falta vivir como si fuera el último día en el mundo publicitario

No sé si la vida de todos los publicistas de agencias es así de desbordante y próximo a lo inhumano en lo laboral, o sólo se da en Paraguay. Para muchos es normal pasar semanas intensivas trabajando 13 horas por día, sin darse cuenta todo lo importante que sacrifican en el proceso: su salud, sus seres amados, sus emociones, su vida (que es su mismísima fuente de inspiración).

El mundo publicitario prácticamente desconoce el código laboral en muchos aspectos (falta de contratos, forzadas a facturaciones en lugar de ofrecer algo tan básico como el seguro médico público, pago de horas extras, y otras cosas), y para la gran mayoría se puede decir que el dinero no compensa este tremendo mal rato que se pueden volver años de la vida de uno.

Y sería interesante pasar por esta tragedia de vida si el trabajo del publicista fuera atender cosas de vida o muerte. Pero no: la verdad, en nuestro trabajo, el 99% de las cosas pueden esperar, pero el 99% del tiempo tratamos a las cosas como si no pudieran hacerlo.

Y en una conversación muy íntima que muchas veces pude tener con amigos publicistas -donde soy una de las pocas que afirma que es publicista pero está trabajando fuera de la agencia-, éstos declaran que mucho del problema ocasiona el cliente. Cito aquí los crímenes más grandes que comete(mos) los clientes a nuestras agencias:
  • Pedir campañas cen plazos muy cortos. No podés llegar a mediados de noviembre y no haber briefeado siquiera lo que querés para Navidad.
  • Aprobar y luego desaprobar campañas. Encima, sin correr el plazo de entrega.
  • No respetar tiempos razonables de producción de materiales de calidad.
  • Seguir pidiendo cambios a las 21:00. La gente de agencia no puede diseñar en Photoshop desde su iPhone; ya escuché a clientes mirar jpgs desde su Blackberry en las pausas de sus novelas. Es una falta de respeto.
  • Aprender a pedir y justificar cambios. Tratar de briefear lo mejor posible, sin sacar la idea creativa (una caradurez la mía venir a escribir esto, pero hago mi sano intento). Sentirse libre de dialogar, preguntar a la agencia. Saber pedir los cambios y por qué. Saber aceptar criterios de diseño, y no jugar a ser el diseñador si lo máximo que sabés es lo que tu hijo te enseñó en Paint (y no, bajar jpgs de 30 kb en Google para pasarle a la agencia para que use en tus originales no te hace diseñador).
  • No, no sirve que vos quieras estar montando stands a las 11pm: la gente tiene ritmos y necesidades diferentes. No pretendas que todo el mundo deje marido, hijos, facultad, etc. por ir a atender algo. Y, de ser necesario, compensá la urgencia de pedidos fuera de hora con una mañana libre, o algo así (aunque vale la advertencia de Arjona: el reloj no vuelve hacia atrás. Especialmente si te perdés la graduación de un hijo, o tu predefensa de tesis.
Le pregunté sólo a un publicista de agencia, si hay algo que la agencia pueda hacer para mejorar el ritmo. Y pensó, en un silencio profundo, por 15 cuadras. Cuando le miré en un semáforo, se había quedado dormido.

Entonces comencé preguntarme a mí misma, qué podría hacer una agencia para solucionar parte del problema; porque una relación de a dos exige que ambas partes pongan su grano de arena. Creo que lo que podrían hacer las personas de agencia es:
  • Tener personal (aunque sean trainees y gente en aprendizaje) para sustituir cualquier imprevisto. La gente se enferma, tiene problemas personales, tienen que ir al doctor. (Pregunten a cuanto publicista quieran si está al día en chequeo general de salud, o tratamiento dental).
  • No joder tanto con ese chauloquismo de "inspirarse" y todo el día joder las .... en Youtube, Twitter, Facebook, o Ads of the World. Y si vas a necesitar días de inspiración, igual ponete plazos y no pretendas entregar tu idea a las 5pm del día antes de la campaña, para que tu diseñador se quede hasta las 11 porque vos necesitabas un viento mental. Hay un falso concepto de que la gente creativa no tiene disciplina ni esquemas de organización, y es mentira. El creativo en serio soluciona las cosas de la mejor manera en el tiempo y forma debidos (y sí, es más fácil decir que hacer, pero hoy digo lo que quiero aunque exiga más debate).
  • No perder tanto tiempo con discutir cambios (los hay chotos y los hay valederos) que pide el cliente. Hay que saber explicarse cuando algo vale la pena pelear, pero hay batallas que se pueden ceder. Y, por sobre todo, a nivel interno hay que confiar en el equipo: si el ejecutivo pide cambios, no es por fastidiar. Tenés que saber reconocer que, cuando algo no vuela, no vuela.
  • Por lo que más quieran, salgan a vivir. Gente feliz y vivida es más productiva que gente encerrada y amargada, cumpliendo horarios pero sin hacer nada productivo hasta que llega y pasa la hora de salida y ahí recién se ponen a carburar.
Sugiero que los publicistas se agremien y soliciten el cumplimiento de sus derechos laborales. ¿Qué tal si el Círculo de Creativos Publicitarios respaldara esto?

Me parece que éste ya es un discurso muy repetido, y que lo pensamos muchos todas las noches de domingo a jueves, antes de desfallecer en la cama (porque los publicistas no duermen, colapsan en sus lechos). Pero tenemos que tratar a las cosas como son.

Si decimos que este ritmo salvaje de trabajo es "por el bien de la marca", por "continuar el branding", ¿saben qué? No se construyen marcas por pedidos de última hora (de parte de los clientes) o por atrasos de campaña (por los atrasos de agencias). Las marcas se construyen con el tiempo, y el tiempo hay que planificarlo.

La vida pasa mientras estamos encerrados engañándonos a nosotros mismos sobrevalorando lo que hacemos. Muchas cosas se solucionarían sencillamente, haciendo lo que hay que hacer, a su tiempo.

Advertencia:
-No es queja por ninguna situación personal ni porque me lo haya dicho un amigo o el amigo del amigo del amigo.
-Tampoco no es producto de una mente haragana, me considero muy trabajadora y me rompo el lomo en todo lo que hago, incluyendo el trabajo.
-Es mi absoluta y pura opinión de las percepciones que junté con el pasar de los años en la profesión y me hago responsable de lo que pongo acá.
Dueños de agencias y amigos publicitarios, favor no tomarse por aludidos en persona pero considerar para futuros casos.
-Clientes de agencias, deje(mos) de romper las ... en horas y de maneras inapropiadas.
Futuros publicitarios, dénse por avisados, decídase y archívese la información. Después no diga que no le avisé.
-Todos: siéntanse libres de agregar puntos a transformar en nuesta cotidianeidad publicitaria.

Una controversial cinta blanca

Los que transitamos todos los días por las calles y en los transportes públicos, sabemos que miramos a todo y a todos en un estado casi psicótico de delirio de persecución; y el que no está así y baja un poco la guardia, sufre las consecuencias.

Pero a todo esto, se sumó hace semanas el secuestro de un ciudadano, que se estima está en medio del monte, con un grupo de gente extremista que embandera una causa y la defiende por el medio más bruto que se pueda usar: para el que no se dio cuenta, ya tenemos terroristas locales.

Y la gente se pudrió. El sentimiento individual que cada uno siente al enfrentarse a una calle arisca donde todos somos sospechosos y sospechamos de todos, se volvió un sentimiento colectivo: el de repudio a la violencia, el de tedio ante la ola de inseguridad e ineficacia del gobierno para solucionarlo.

Este descontento colectivo se propuso manifestarlo en un acto sencillo. La gente fue invitada a manifestarse en silencio por la liberación de Fidel Zavala, y a clamar por paz en Paraguay, para llamar la atención de los gobernantes. El medio: una sencilla cinta blanca, para recordarnos que un compatriota está en manos de secuestradores, y que todos somos víctimas de esta inseguridad.

Si bien una cinta blanca probablemente no ablande el corazón de los secuestradores, sí une a la gente en una causa común y sí le dice a las autoridades que estamos indignados con que permitan que vivamos en este estado.

Se ve en los autos, en las casas, en los negocios. Lo he visto en cintas por la muñeca, hasta en fotos de perfiles de Facebook. Pero no pude dejar de notar, sin querer caer en el discurso de clases, que más gente usa las cintas hacia Villa Morra que hacia Barrio Obrero de Asunción.

También recibí comentarios por haber comentado tanto mi sentimiento de reclamo hacia el hecho del secuestro en Facebook. Pero lo que me descolocó fue este artículo publicado como blog en ABC Color.

Las cintas blancas terminaron desatando la lucha más ridícula de todos: ahora los que usan cintas blancas son burgueses, terratenientes, gente que solamente se baja de sus nubes y toca tierra cuando se toca su dinero o el de sus amigos que también son ricos. Y si hay gente que tiene ganas de hablar al respecto, me sumo al diálogo y digo lo siguiente.

Vale la pena señalar que no soy rica, ni secuestrable. No conozco a la familia de este señor. Pero me rompe el corazón pensar que está con gente extraña, en el bosque, y que no sabemos si va a pasar Navidad en su casa. Este señor es papá de alguien, esposo de alguien, jefe de alguien, amigo de alguien. Y también me rompe el corazón que maten inocentes en las calles, que asalten, que todos tengamos que vivir con el “sháke”.

Cuando lo liberen a Fidel –estamos todos cruzando los dedos para ello-, se va a encontrar con comentarios que nada aportan, diciendo que su tema era cubierto “sólo porque él era rico”. Claro, esa clase de comentarios pues son más “sociales”, más “empáticos”, más “constructivos”.

Dejemos de cosificar: estamos hablando de un señor, de una persona de carne y hueso. Integremos al reclamo por la vida de Fidel, el reclamo por la paz en el país. Eso lo queremos todos los ciudadanos que trabajamos y queremos vivir en paz.

Dejemos de usar con ligereza las palabras para agrandar una brecha, en un momento donde lo que necesitamos es estar unidos.

Porque un reino que cae es un reino dividido; si la sociedad paraguaya no se une para hacer su reclamo, esto se viene abajo, y ahí perdemos todos.

Foto: Diario Popular.
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