El retorno que abre heridas de una memoria colectiva

Viernes 1 de mayo, 3:30 am. Es la madrugada de un día feriado en Paraguay, se conmemora el día del Trabajador. Se rompe el silencio con la llegada de un vuelo en el desolado Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi. Los funcionarios se ponen a hacer el trabajo de rutina, en un aeropuerto por el cual casi nunca pasan mayores incidentes, y con muy poco flujo de personas.

En el control de pasajeros y documentaciones, un funcionario realiza mecánicamente su función de sellado de entrada. Recibe un pasaporte de la República del Paraguay bien añejo. Lo abre, y antes de sellarlo se detiene. Examina la fecha de vencimiento: el teniente del documento lo portaba con 18 años de vencimiento. Le llama la atención y mira al pasajero en cuestión.

Un anciano postrado en silla de rueda, cubierto con sombrero panameño, tapabocas en el rostro y sujetándose fuertemente las manos que se sacudían, le devuelve la mirada. Lo acompañaba un hombre que, estimaba, tenía unas 4 décadas de vida. Domina el silencio, y el funcionario comprende. El hombre viene a morir en su país.

Mira el nombre, y piensa en el nombre que en su mente resuena. En instantes lo identifica, y se paraliza. Quien se encuentra en frente, en silla de ruedas, impotente ante los sucesos a su alrededor, sin dominio de sí, es nadie más ni nadie menos que el segundo hombre al mando durante la dictadura de Paraguay. Sabino Augusto Montanaro, ex-ministro de Interior y hombre de confianza del Gral. Stroessner, está de regreso. Estuvo los últimos 20 años como refugiado político en Honduras.

No cuadra la imagen de el hombre de terror, el más informado de Paraguay, que manejaba las vidas de los paraguayos como si fueran piezas de ajedrez; no parece el hombre que tenía a su servicio informantes, no se asemeja a aquel hombre que con cuya voz decretaba quién moría, quién era torturado, quién era exiliado, quién era desaparecido.

Corre rápidamente la voz, a las altas esferas del gobierno, a la prensa, a los familiares de desaparecidos y víctimas de la dictadura. El Estado se debate entre meter preso a un anciano claramente enfermo con orden de captura desde hace 12 años por corrupción y delitos de lesa humanidad, o dejarlo partir para donde disponga. De alguna manera, la familia consigue salir del aeropuerto y trasladarlo al Sanatorio Adventista de la Capital.

A la mañana ya se comienzan a juntar almas cuyas heridas, una vez más, fueron abiertas por la presencia del responsable de tantas muertes, torturas y desapariciones. Veinte años después, la dictadura continúa siendo aún una daga que ocasionalmente hace su aparición en la mente de la gente, en un país donde la justicia nunca termina de llegar para todos los que sufrieron las consecuencias de un terrible momento de la historia del país.

Quienes acudieron al Sanatorio Adventista claman por justicia, exigen que se lo aprese. Abogados y jueces se debaten entre apresarlo o considerar caducada la causa. La ley ampara a todos los mayores de 70 años que se encuentran en procesos judiciales; los mismos pueden recibir prisión domiciliaria, pero no deben ir a los terribles recintos de reclusión de reos. Por el momento, el Poder Judicial declaró que tiene prisión, y por eso del sanatorio privado lo trasladaron al hospital Rigoberto Caballero, de la Policía Nacional. Ahí también fueron los que claman por justicia, a exigir que diga dónde están los cadáveres de tantos desaparecidos. Pero Montanaro parece por momentos no saber dónde está, mucho menos recordará dónde ordenó la realización de una fosa para arrojar los cuerpos de los opositores del gobierno.

La Comisión Verdad y Justicia, en un informe acerca del régimen totalitario del Gral. Stroessner, detalla que:
  • 20.090 personas fueron víctimas directas de la dictadura stronista.
  • De éstas, 19.862 personas que fueron detenidas en forma arbitraria o ilegal,
  • 18.772 personas fueron torturadas,
  • 59 personas fueron ejecutadas extrajudicialmente,
  • 336 personas están desaparecidas,
  • 3.470 personas fueron exiliadas.
El informe también advierte que una persona pudo sufrir más de una violación y se debe tener en cuenta en estas cifras existe un enorme sub-registro de exilio y de otras formas de violencia, como las violaciones de derechos contra mujeres y niñas y la violación sexual.

El cuadro de doctores que se encuentra tratándolo lo diagnostica con diversas enfermedades que ensombrecen el panorama de salud de Montanaro, incluyendo mal de Parkinson, úlcera y transtornos pulmonares.

Evidentemente este caso exige justicia, pero en su caso, la justicia humana parece estar más de su lado: es una persona enferma, físicamente y mentalmente, con muchos años encima, y la cárcel no es una alternativa para él, si vamos a hacer cumplir la ley. Si la ley dice una cosa y vamos y hacemos otra, ¿de qué nos sirve tenerlas? Sabemos que la ley humana tiene hoyos, y puede fallar, pero ya que las dictaminamos, al menos acatemos las normas que nos establecimos, en lugar de querer flexibilizarla.

Muchos claman por su tortura, por dejarlo morir en la cárcel, o por sencillamente tratarlo como él trató a muchos paraguayos. Pero la democracia no en vano llegó a este país; y la sed de venganza y el dolor de las heridas abiertas no debe hacernos olvidar quiénes somos, cuál es nuestra identidad, y en qué creemos; no importa lo que este personaje se merezca, lo más probable es que no vivirá ni para pagar un décimo de los crímenes que cometió. Prisión domiciliaria no parecerá lo correcto, pero es lo que corresponde. En todo caso, yo propondría el exilio. Montanaro vino para morir en su país; si no se le quiere dar el gusto, que se lo mande morir en otro lado. Al menos va a morir sin tener algo que quería.

Al comparar sus fotografías, del hombre poderoso e imparable que llegó a ser a el anciano impotente que es hoy, la gran lección que debemos quitar es que la vida alguna vez acaba, el poder y la fuerza se van desgastando; está próximo a recibir justicia que no falla: la divina.
Mi espacio, mi mundo, mi visión, a mi manera. ¡Así de sencillo es! Es de buena gente comentar, compartir y dar créditos si corresponde. Cualquier cosa dejame un comentario con tu e-mail, así contactamos.
 
Copyright 2009 De viaje All rights reserved.
Blogger Templates created by Deluxe Templates
Wordpress Theme by EZwpthemes