Un aplauso al servicio de seguro médico de la asistencia al viajero de las tarjetas de crédito de Interbanco.

Desde el jueves tuve un dolor de cabeza agudo. Las aspirinas no surtían efecto, y el Tylenol no cumplía de lleno mis expectativas ni mi necesidad de acabar con el martillo interno que tenía. Así que, para salir de la posición de mártir de dolores de cabeza, y ya algo preocupada por la duración del dolor, tuve que usar el servicio de seguro médico de la tarjeta de crédito.

Llamada internacional, a Buenos Aires. Una señora llamada Mari -aprendí su nombre por si tenía que llamar varias veces a pedir que alguien me haga caso- tomó mi número de teléfono, y 10 minutos más tarde me llamó. Si bien eran varias llamadas para avisarme que estában buscándome un doctor, por lo menos denotaron que mi dolor de cabeza importaba.

Horas después, me enviaron un doctor a la casa. Me contó que enseñó en Cuba y que tuvo por lo menos 50 estudiantes paraguayos. Ahora, me sorprendió que me dijo que el trato era entre Cuba y el Partido Rojo (o sea, Colorado), no el gobierno. Para variar, más chanchadas políticas de por medio. Volviendo al tema, me hizo todo el chequeo, me diagnosticó algo viróxico, no sé por qué todos insisten en que es estrés o techa ga´u. La última vez que supuestamente era añoranza lo que tenía, hace 2 años, era en realidad mononucleosis. Así que, tras el diagnóstico, la receta de la pastilla feliz que apagó mi agonía. Me dijo también que probablemente tenga migraña no diagnosticada. (¿Seré una chica migrañosa?) 

Todo el tiempo estuve preocupada acerca del pago. Confieso. Cuando me dijo que iba a completar la ficha para el pago del seguro, pidió mi firma y vi el lindo monto que no tuve que pagar ($400 por una consulta en la casa), cerré el capítulo y confirmo que ese servicio de asistencia al viajero, funciona.