La delgada línea entre diplomacía e hipocresía
Lo difícil no es encontrar una persona buena. Lo difícil es que sea sincera.
Me sigue sorprendiendo la falta de sinceridad que una persona puede tener, sobre todo consigo misma, a la hora de lidiar con la gente y el mundo. Uno puede" configurarse" momentáneamente para dirigirle hipócritamente la palabra a una persona, donde se le nota la incomodidad por tener que hacerlo, para obtener lo que quiere.
Pero, ¿a quíen le embroma? No le cae nadie, y no le cae a nadie tampoco. Sigue con sus días hipócritas, marchando por la vida. Exacerbando infelicidad. Acumulando aberraciones. Pero no las mías.
Así que me encontré una nueva meta - ser diplomática, no hipócrita, con todos y con todo, porque es una cosa que aborrezco en los demás. Me determiné a no odiar a nadie, al menos que sea absolutamente necesario (¿cuándo lo es?). Se vive más saludablemente. Los pies son más ligeros, la sonrisa es más grande, la realización es más próxima.
Lo peor que podés hacerle a tu enemigo, es ser indiferente al mismo.
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