No me cae muy bien octubre.
Me pesan 10 meses del año, y hay momentos en que me encuentro fantaseando con unas vacaciones. Mi desesperación llegó al punto en que imaginé que mandé un correo electrónico en la oficina donde anunciaba que "me las tomaba", dos días después, y que iba a desaparecer de la faz de la tierra.
Soñé que, al llegar a casa de la oficina, no tenía valija y me estaba preparando para ir a Miami. Metí en un bolsón de computadora 1 toalla, el bikini, dos vestidos y mi zapatilla, con eso marché al aeropuerto.
Ya no me consuela pasearme por Trip Advisor, ni calcular precios de pasajes en Travelocity, leer reviews de lugares y foros de viajes. No me da ánimo planear las vacaciones de mis papás y hermanos. La realidad alterna ya no me basta.
Yo sé que no estoy pasando hambre, no estoy enferma y que mi problema es el menor de los problemas del mundo. Pero me pesa sobre el alma el cansancio que tengo, eso que duermo y no descanso cuando cierro los ojos.
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