Menos justificación, más forja de carácter

Mi mamá es docente de profesión. Tiene 30 años en la docencia, y habrá enseñado, formado, disciplinado, amado a más de 5 mil chicos a lo largo de su vida. (Tenés que tener un corazón muy grande para amar más de 5 mil chicos!). Algunos (muchos para mi gusto) hasta llegan a decir que es su segunda mamá. Y bueno, yo me resigné con compartirla, con varias generaciones de chicos que hoy son adultos, y de chicos que hoy siguen siendo chicos.

A pesar de tanto empeño y amor, esto no basta para que las cosas sean lindas del todo. Creo que, en base a lo que observo y escucho de muchas fuentes, a cada año que pasa, los hijos están más malcriados (en el más textual sentido de la palabra).

Sí, se pueden poner a bostezar y a decir que este es un post del tipo "los tiempos pasados eran mejores". Pero los profesores  tienen el panorama bastante claro al compartir horas de años con chicos, en distintas etapas de sus vidas. y muchos docentes pueden estar de acuerdo con que las nuevas generaciones de alumnos son, en general, pura y llanamente un degenero.  Podría buscar una palabra más suave, menos genérica, pero denme el crédito. No dije que sean todos, dije que es lo más habitual encontrar, en distintos niveles de gravedad, esta clase de pupilos. O sea, hay degeneros "más graves" y "menos graves"pero de que los hay, los hay.

Este planteo surgió a partir de unas publicaciones en Facebook de quienes para mí eran "los chiquitos" y hoy ya están bastante más grandes. Están publicando cosas como sus fotos de su "último primer día de clases", fotos que sencillamente hablan de quiénes son ellos, qué creen, de qué están hechos y qué clase de cosa les permiten sus padres, o con qué clase de cosas les dejan salirse con las suyas. Sé que la vida no es tan sencilla como "deducir quién es uno a partir de su Facebook" pero bueno, en muchos casos sus acciones de la vida real acompañan al reflejo de lo que muestran. Y sí, detrás de muchos defectos habrán problemas de fondo que, al verse en la superficie, se manifiestan como alcoholismo, exhibicionismo, promiscuidad, qué se yo.

Después también me crucé con publicaciones de fotos en clase, hablando de maestros. Ese sí me dolió. Cuentan sus hazañas en clase, como si fuera un logro hacerle la vida imposible a alguien, y después se preguntan por qué un maestro les tiene entre ceja y ceja. Hablan de sus maestros como si estuvieran hablando de la máquina que te da Coca Cola si metés una moneda: como si no fuera persona.

Yo estuve de los dos bandos: alumna amada y alumna odiada. Y siempre supe que es mejor estar del lado de alumna amada y supe cómo pasarme a ese lado: sencillamente haciendo lo que me toca hacer. Es importante estar del lado bueno de la balanza porque: 1- el maestro también es gente. Sufre, quiere, llora si le hacés pasar mal.  2-  es una posición de ventaja, siempre. Después nomás descubrís el 3- es la posición correcta. 

Estuve también en el bando de hija rebelde way y en el bando de hija "ñembo"modelo. Fui contestona, rebelde, terca, le avergoncé a mis papás en reiteradas ocasiones (eso que todavía no tenía Facebook, hasta ahora le pongo nerviosa a mi mamá con expresiones como "dejate de joder" y similares). Pero creo que, en general, no les doy "tanta" vergüenza. Pero lo que trato de hacer bien, lo hago por mí (y sólo gracias a Dios, que trata con mi incivilizadita interior), es un valor agregado que ellos suspiren y digan "ufa, no nos salió tan mal esta rubia, zafamos porque perfilaba que iba a ser jodida". Los hijos que son lo que son por no avergonzar a sus padres, se ponen sobre sí una expectativa imposible de cumplir, no se realizan como personas y, eventualmente, terminan decepcionando de cualquier manera. Así que la mejor política es uno ser lo mejor que puede ser, por uno mismo.

Una vez, una infeliz tuvo la caradurez de gritarle a mi mamá que "ojalá que su cáncer le mate". Tuvo suerte que yo no era más alumna del colegio, que me enteré un día después y que cuando llegué al colegio para matarle a sopapos con la lengua (créanme, sopapeo mejor con la lengua que con los puños, y también créanme, la iba a fulminar), me pararon a medio camino de mi misión. Esta chiquilina tuvo la caradurez de escudarse por una falta bastante seria y se le dio por lanzar una estupidez de esas, grandiosas. Hasta ahora me cala profundo cuando lo recuerdo, y sé que donde esté, la vida se va a encargar de pasarle la factura. También el recuerdo es el máximo símbolo de la decadencia en el don de gente que pueden tener los alumnos.

Acá reculo un poco y le corto un poco la cuerda a los niños y pubertos. Al final de cuentas, a los nenes no les voy a culpar. Son nenes y, como tales, tienen que ser pulidos y forjados por los parámetros que los papás les dan. Por ende, si bien son individuos que eventualmente alcanzan a tener decisión propia (a los no-tan-nenes no les voy a dar dejar zafarse tanto), tanto grandes como chicos son el reflejo de su crianza, de sus padres, y de los límites que ellos pusieron. Así que, al final de todo, son los padres los últimos responsables del degenero generacional que se presenta, con la curva cada vez más marcada hacia abajo en desempeño y calidad de crianza.

Sí, podés decir que a mí me es fácil hablar de la tarea de papás, yo no soy mamá ni planeo serlo en un buen tiempo. Pero igual hablo de ello, no necesito más motivos que decir que se me dio la regalada gana de hablar de eso. En pos de lo que veo, leo, escucho y comentan, me tomo la atribución de escribir de ello.

No sé qué excusa tienen los papás para justificar cosas injustificables y faltas morales como copiar, escaparse de clases, faltar el respeto a los adultos. Es más, deberían justificar menos y castigar más. En lugar de decir "es que el chico tiene mucha presión, muchas tareas", deberían alinearlo. En lugar de decir a los maestros "seguro que sos muy exigente", deberían subir su vara de expectativa del hijo a algo que equivalga a civilidad. No creo que eso sea sobre-exigir, el poner un estándar de don de gente a alguien que, al final de cuentas, es tu reflejo y tu responsabilidad hasta que cumpla la mayoría de edad.


Los padres deberían pasar menos tiempo justificando las faltas de sus hijos y más tiempo forjando el carácter. No, no asumo que es fácil. Para mí será fácil decirlo porque yo hablo nada más, y no traje ningún hijo al mundo todavía. Como sé que no es tarea fácil, todavía no pretendo ponerme en ese papel, y espero algún día estar lista para ello. Pero el que ya tiene a descendientes sobre la faz de la tierra, que asuma las consecuencias, que se haga cargo de todo lo que conlleva tener un hijo, incluyendo los aspectos lindos y que le hacen sentir retribuido por el trabajo que implica.  Al final de cuentas, un hijo es una vida, es un alma que impacta al mundo... y deja su marca aportando algo, o destruyendo lo que se cruza en su camino.

Me pregunto, ¿cuántos papás se harán cargo de lo que resultan ser sus hijos?

La luna de miel, paso a paso: día 2

Mientras caminábamos por la madrugada, nos aparecían coatíes y lagartos! Una vez tuvimos suerte y vimos un venado.

A pesar de habernos paseado durante la madrugada por el resort (buscando comida más que nada, como los animalitos silvestres que se van junto a las reposeras de las piscinas a buscar comida), al día siguiente nos levantamos temprano. Para ahorrar tiempo, ya nos fuimos con ropa de playa (aunque, por normas del hotel, para comer en los restaurantes tenemos que ir con remera y short, o vestidos).

Una vez más, con el brochure-mapa del hotel tratamos de emprender la llegada. Tras 15 minutos merodeando saltamos en el primer carrito que nos llevara al lobby del Cobá.

Uno de muchos, muchos, muchos caminos. Todos sinuosos! Rayos!


Este día lo guardamos para conocer todas las instalaciones del hotel y hacer playa. Así que, después de un buen desayuno, nos fuimos a la playa Akumal (el Gran Bahía Príncipe tiene 3 "hoteles" dentro del complejo. Akumal es uno de ellos, y así se llama la playa.

Ahh, la playa....


El día estaba paradisíaco. No dejaba de fascinarme mirar el mar y sentir el viento. Más aún, me encantaba verle a Chris disfrutar tanto del lugar. En un momento dado estábamos jugando a quién aguantaba flotar más tiempo en el mar, mientras hablábamos de ciertos temas pendientes que teníamos a la vuelta. Parecía que el mar hamacándonos en su superficie aclaraba nuestros pensamientos.

Después de agotarnos con el mar, tomamos de vuelta los carritos de golf que te pasean por el resort y nos fuimos a hacer todos los circuitos para conocer los otros 2 resorts. Comparé los servicios de cada uno, la infraestructura. Muy poca diferencia entre todos. Estaba más que conforme con quedarnos en el Cobá.

En la entrada del hotel hay un sector que se llama Hacienda Santa Isabel; es como una clásica hacienda mexicana que tiene tienditas alrededor y afuera, y la disco está ahí también. Vimos las cerámicas y esculturas hechas de hueso y de piedra. De todas las cosas que había, a Chris le enloqueció el "Depredador" esculpido en hueso. Calendarios mayas y aztecas, telas, de todo. Y todo queríamos llevar! Pero era el primer día y mis búsquedas online me revelaron que podía regatear muy bien en Playa del Carmen, donde íbamos a conseguir mejores precios.

Ésta es una de las entradas. Se ven las tienditas de afuera. Adentro hay más. Éste carrito era corto, habían unos más largos para llevarnos.

De todas las cosas que habían, Chris quería la cabeza de Depredador.

La Hacienda Santa Isabel desde adentro, tenía una plazoleta central y en los pasillos, muchas tiendas.

Almorzamos en el restaurante principal de Akumal, y como vi que había mucha comida oriental, me empaché con sushi y platos orientales. La siesta la pasamos en las reposeras, mirando al mar, con tragos a mano. Los bartenders eran tan amorosos que, si yo les pedía que regulen el alcohol (no soy muy tolerante a dosis más que ínfimas), me preparaban a mi manera. Mi favorito era el frozen daiquiri de frutilla, para Chris el Miami Vice fue su descubrimiento del año.

Yo no puedo dejar de probar las piscinas. Alrededor habían bares de tragos.

Yo soy una obstinada amante de piscinas aunque esté de vacaciones en la costa, así que no dejé de probar las que estaban a mi alcance. Muchas tenían jacuzzi en sus áreas y, aunque muchas veces estaban ocupadas por alguien, encontramos una para experimentarlas. (También tenía jacuzzi en mi habitación! volví a tener uno de esos baños leeeeeeeentos donde el mundo podía esperar, porque yo me estaba relajando!).

Bañera con jacuzzi en el hotel. Uno de mis refugios!

Así vimos el día pasar, hasta que al atardecer nos fuimos a caminar por toda la costa de mar del resort y descubrimos los distintos grosores de arena que habían en cada sector. El hotel tiene una capacidad para 4500 personas (si mal no recuerdo) y, aunque en esa época se calculaba un 66% de ocupación, se sentía que había comida, bebida, entretenimiento y lugar para todos. De sobra.

Entrada del restaurante Mediterráneo, el primer restaurante donde cenamos.

En el hotel, tenés derecho a cenar en los restaurantes temáticos 3 veces en una semana de estadía. En los otros días podés cenar del restaurante principal que es tipo buffet. El día anterior hicimos las reservas, mirando las cartas y especialidades de todos los restaurantes, y esta noche del segundo día fuimos al Restaurante Mediterráneo. La norma es que no vayas con ropa informal, mínimo sport elegante. No valían zapatillas ni shorts. Menos mal nos fuimos preparados para eso (gracias una vez más, a las lecturas online). El estilo de comida, por supuesto, era muy fresco y estaba especializado en frutos de mar. Chris ama comerlos, yo máximo camarones y peces puedo comer. Así que nos inspiramos con las entradas, nos sirvieron unos platos muy deliciosos (muy gourmet también, eran tamaño restaurante y no buffet), y elegimos nuestros postres (ya no eran postres mediterránneos, sino más clásicos, como variedades de shots de postres). Lo más bizarro era comer y no pagar en ninguna parte (técnicamente ya pagamos todo, pero bueno... por donde íbamos, había cosas para comer y no ibas desembolsando dinero en el proceso.)



Como nos sobraba tiempo, caminamos a nuestra habitación, perdidos por enésima vez en las calles redondeadas del hotel, y me dije a mí misma que no me iba a estresar. Estos mexicanos lo hicieron todo redondo y eso me confundía. Quiero creer que no perdí mis habilidades mapísticas y que, si no encontraba rápidamente mi bloque donde estaba nuestra habitación, no era porque perdí el don de interpretar mapas!

El bloque de nuestra habitación. Hay varios departamentos por bloque!

Fue un día sin corridas, uno como hace MUCHO tiempo no tenía. El tiempo no pasaba rápido, y cada segundo era bien vivido.
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