Si hay algo que me molesta, es lo ilegal disfrazado de inocente. Es una tomadura de pelo. Es una demencia que, en Asunción, los que vivimos pagando impuestos y cumpliendo las normas seamos víctimas de gente que, en nombre de la necesidad económica, se dan la libertad de chantajearle a uno.
La esquina que más nerviosa me pone en toda esta sobresaturada ciudad es la de Mcal. López esquina Perú. Sólo cuando llueve te librás de estos personajes. Cuando recuerdo que estoy llegando a esta esquina en particular, rechinan mis dientes y me sube la presión. Y siempre peleo para que no me toquen el auto, porque "es mío y se hace lo que yo quiero" (cosa que les hago saber a los gritos si estoy muy argel). No sé cómo no se acostumbran a que a mi auto, por más mugroso que esté, no le tienen que poner un dedo encima. Por supuesto que siempre soy la mayor derrotada: mi auto tiene rayaduras por doquier, producto de mi terqueza. Todavía estoy buscando la fórmula para reír última y mejor, una alternativa anterior a la de la pistola.
Segundo, estos matones que creen que tienen una profesión y el derecho de cobrar por un espacio público porque se ubican en una vereda, con trapito, linternita o lo que sea, para cuidar vehículos estacionados. Mi auto se cuida solo, tiene alarma. Si yo me niego a que me cobren por el cuidado, amenazan con que "no se hacen responsables si pasa algo". No sé vos, pero a mí me suena a "si no pagás, algo le va a pasar a tu auto".
La ciudad ya está categorizada en precios, y en algunos lugares todavía alcanza con pagar Gs. 1.000, en otros se paga hasta Gs. 15.000 (son sectores de la ciudad considerados de mayor poder adquisitivo).
No quiero que suene a discurso clasista, ni nada por el estilo. Entiendo que hay una necesidad de fuentes de trabajo. Pero esta necesidad no está sobre el derecho que tenemos todos de circular libremente y de pagar sólo por aquellas cosas que solicitamos.
Pero la tomadura de pelo más grande del año es que los cuidacoches pretendan constituirse como una organización y que sea una exigencia que el Estado vele por su puesto de trabajo, y hagan obligatorio nuestro pago a los mismos. Espero que esta demencia quede sólo en propuesta y dejen de tratarnos a todos como si no tuviéramos la más pálida idea de lo que corresponde que el Estado haga por uno.
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