No sé desde cuándo celebrar tiene que tener tantas matices y volverse tan complejo. Es desgastante. No sé ustedes, pero este día de la Amistad se vino con tantas encrucijadas...
El problema parte desde con quién pasás el 30 de julio. Casi tan crítico como con qué lado de la parentela pasás Navidad o Año Nuevo, el grupo con quien festejás el Día de la Amistad es el denominado "primer anillo"; festejar una semana antes, o una semana después, aumenta tu nivel de grupo satelital en función a la distancia del 30 de julio. Sabelo.
Están los que no pueden subir fotos al Facebook de su evento, porque hay uno que se cree del "grupo" cuando en realidad no es; por ende, no está invitado al festejo del primer anillo. Después están los amigos que suben fotos y te etiquetan alegando que son tu "primer anillo" y desatan tormenta en los otros diagramas de Venn que denominamos círculos sociales.
Está el sorteo de amigo invisible, que en ciertos círculos es un acto diplomático digno de las relaciones de la ONU. Una mención especial a las personas que creen que están en una novela de secundaria y alegan que "no van a jugar al amigo invisible" y luego dispersan que "nadie le invitó a jugar". Maigot. Después están los aguafiestas que degeneraron la celebración sin mayores explicaciones y dejaron gente sin regalo. Un estrés.
Está el acto de comprar regalo: ¿algo lindo? ¿algo práctico? ¿por qué tiene que caer a fin de mes el día de la amistad? ¿a qué hora se supone que voy a comprar regalos? (admito: hace mucho no compraba regalos por el día de la Amistad, este año fue hasta entretenido).
Están los sorteos de redes sociales, que te dicen que le etiquetes a x número de amigos y que sólo una vez podés participar; entonces se desata la tempestad: ¿subo con las chicas? ¿con ellos con quienes pasé mi infancia? ¿con mi familia porque mi mamá revisa todas las mañanas mis posteos? Sí, caso de la vida real.
Surcar los caminos de este día se vuelven un juego con palitos chinos, donde movés mal una pieza y desata la catástrofe. Que tanto protocolo no nos robe la alegría de contar con amigos de verdad, que no necesitan medir constantemente tu afecto.
Sobre la envidia del éxito ajeno
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VaneRV
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Me sorprende cómo la gente se detiene a ver sólo las victorias y no el sacrificio que resultó en ellas. El iceberg ilustra perfectamente la situación. Y no faltan los que más que reconocer el esfuerzo, resienten el resultado de uno.
A la gente resentida le carcome el éxito del otro; nadie envidia las noches en vela, las relaciones sacrificadas, que no puedas dormir del peso de las preocupaciones y la responsabilidad. Envidian el título (que es circunstancial, es lo que te toca en el momento), resienten que estés en la luz pública, que seas un titular de un equipo. Innegablemente hay gente que llega sin mérito a donde llegó, pero no te podés detener la vida pensando si es justo o no lo que al otro le toca, y que a vos la vida te engañó. Conozco gente que es incapaz de ponerse feliz ni siquiera por sus amigos.
La gente resentida tampoco marcha para adelante en su propio curso de la vida. Vive revolcándose en la inmundeza de la envidia, codiciando lo que no tiene, en lugar de pagar el precio por lograr sus propios sueños. Vive atribuyéndole a terceros de sus derrotas; cree en el fatalismo de lo inevitable, y esa nube negra le acompañará en la llanura por el resto de sus días.
Te animo a que no inviertas energía envidiando lo ajeno; celebrá lo bueno que lograron los demás, absorbé como esponja las virtudes, desechá la pérdida de tiempo del resentimiento y sudá la gota, sangre y lágrimas que te lleva a concretar tu meta.
Cambiar esa realidad, ¿en las manos de quién está?
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VaneRV
on domingo, junio 21, 2015
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consejos laborales,
corporativo,
lecciones de vida,
trabajo
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" Tu vida es el resultado de las elecciones que haces...
si no te gusta tu vida, es momento de comenzar a hacer mejores elecciones" (Pinterest)
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Soy amante de los esquemas, las reglas de juego bien claras (derechos y deberes) y las posiciones de los jugadores, especialmente en el trabajo. Antes más que ahora, y les explico qué descubrí en mi proceso de aprendizaje laboral.
Por un lado, no quería que me interpreten como una topadora que venía a atropellar lo que el otro hacía. Entonces, desde mi punto de vista, cuando seguía las normas y los roles al pie de la letra, estaba siendo respetuosa y obediente.
El problema con esta visión, es que estás más preocupado por no superponerte en funciones con otro, también estás siendo pasivo y sumiso. Señores, con pasividad y sumisión no se llega muy lejos.
También con esta visión, comenzás a atribuirle a terceros que las cosas no sucedan. Todo lo que no nos gusta, es culpa de terceros.
"No se hizo porque fulano no siguió"
"Yo le pedí y no me respondió"
"Nosotros no figuramos luego en el mapa"
"Nadie nos tiene en cuenta"
"Fulano se mete en mi trabajo"
Cuando no nos gusta la realidad de las cosas y comenzamos a caer en culpar a terceros de nuestra situación, parecemos la pelota y preguntémosnos esta poderosísima pregunta en un profundo autoexamen:
"¿Qué puedo hacer yo para que mi realidad sea distinta?"
SIEMPRE hay ALGO que está en nuestras manos hacer; no esperemos que otros ni el destino nos pongan una alfombra roja para caminar hacia nuestros sueños e ideales. Y ante la duda, siempre está patear el tablero. Esto es: hacer lo impensable, obviar esa excusa que te hace vivir lo invivible porque no tenés de otra. Autoempoderate, nadie puede darte eso más que vos mismo.
"Cosas buenas suceden a esos que esperan; pero las mejores cosas pasan a aquellos que hacen" (Pinterest) |
"Hace tiempo percibo que las personas logradoras raramente se sientean y esperan que las cosas le sucedan. Salieron y se hicieron suceder a las cosas". Leonardo Da Vinci (Pinterest) |
"Las cosas hermosas no suceden solas; si quieres algo maravilloso, tienes que hacer algo maravilloso" (Pinterest) |
Pecados capitales laborales
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VaneRV
on miércoles, junio 10, 2015
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Se vive
y se aprende. Qué gran principio de la vida, que me permitió moverme para
adelante y que es mi consejo cuando algo no sale como se prevé.
Hay
cosas que hice en el trabajo y descubrí que tenía que dejar de hacer, otras que
me hicieron, y también cosas contrarias a lo de la lista que me hicieron decir
“qué suerte que mi colaborador actúa así, si me hacía lo contrario me iba a desquiciar”. Estos consejos son para gente que quiere
destacarse en su trabajo, que sueña con más y que está dispuesta a pagar el
precio. Éstos son los pecados capitales a evitar:
·
Limitarte a hacer lo que te toca: tener un pie y sumar al equipo
te abre el mundo a más gente, a demostrar que tus capacidades exceden lo que se
te asignó.
·
Esperar que te digan lo que
tenés que hacer:
en el mundo ideal, la cancha está rayada, los procesos están hechos, y alguien
tiene el tiempo para enseñarte cómo funciona el mundo laboral. En la práctica,
no es así. Llano, puro, sencillo: colaborá sin ser invasivo, observá a tus
alrededores, tomá nota, y levantá la mano cuando alguien necesite algo, aunque
sea un vaso de agua.
·
No llevarte el apunte de tus
pendientes: mis
jefes no son mis niñeros. No tiene por qué dudar si hice algo. Si hay algo que
me encanta de mis colaboradores más destacados, es que una vez que yo digo que
se haga algo, no tengo que llevarle la cuenta o angustiarme si hizo o no hizo.
Es todo un arte llevarse el apunte. Escribí en un pizarrón, usá postits, usá
una agenda. Decidí lo que hay que hacer diariamente, semanalmente,
quincenalmente, mensualmente o a qué altura del año se entrega.
·
Hacer lo que querés, no lo que
te toca: algunos
colaboradores tienden a querer justificar lo que no hicieron, con lo que sí
hicieron. Newsflash: en tu descripción de cargo dice una serie de
responsabilidades, si lo que hiciste no está en esa lista, lamento decirte que
no te merecés la estrellita en el hombro. créanme que cuando se decida sobre
recompensas, ascensos, y despidos, no se te evalúa por lo que hiciste y no te
tocaba hacer, sino por lo que te tocaba hacer y no te hiciste cargo.
·
Meter bajo la alfombra lo que no
hiciste: cruzar
los dedos para que tu jefe no se de cuenta y al final de todo creer que le
jodiste, lamento decirte que no hay ningún pendiente que tu jefe te de por amor
al deporte o porque tiene ganas de darte cosas para hacer al pedo. Si creés
·
Proponer sólo problemas, nunca
soluciones:
ojo, podés decir “tengo este problema y no sé cómo solucionar. Pero cómo se
valora al colega que con el problema, piensa en cómo zafar.
·
Decir “a mí no me toca eso”: si no violara algún derecho
humano, le meto un sopapo al que me diga semejante aberración.
La
condena por caer en uno de estos pecados es el limbo de la falta de
crecimiento, la pérdida de la recompensa, el lago del fuego y azufre de la
condenación laboral. ¿Trágica? Sí, lo es cuando hacen más difícil el trabajo.
No hay cumbres
inconquistables. Todo desafío es conquistable si todo un equipo pone de su parte.