Un 5 mil´i

Algunos damos por sentado el tener un techo encima de nuestras cabezas. Desde chica, cuando me cuesta dormir, me acuesto y cuento las tejas del techo sobre mí, que me protege del viento, de la lluvia, de la noche y de los gatos en celo que maúllan y se pelean con las comadrejas. Pero siempre me quedo dormida antes de terminar. Y, por sobre todo, siempre duermo con un techo encima.

También tengo la costumbre de decirle a Dios "gracias porque tengo un techo". Y ahora que me tocan pagar las cuentas me doy cuenta cuán afortunada soy de tener un techo encima. No es tan sencillo ni tan espontáneo como lo sentí toda la vida.

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Pero no hay gente tan afortunada como vos y yo. Y no a todos les pasa porque son haraganes, no quieren trabajar, malversaron lo que tenía. Sin importar motivos, hay gente que no tiene algo que les proteja a ellos -muchos de ellos son niños que son nuevos en la vida y aprenden, a la fuerza, que la vida es injusta; que les tocó nacer en una posición menos afortunada que a otros, y que eso no sólo condiciona su situación de vida, sino cómo la gente les trata a partir de la vivencia de una realidad que les escogió, y que ellos no escogieron. Pelean por la subsistencia básica, entre los que está un techo, pero a eso se le antepone la comida, y muchas veces no alcanza para el abrigo ni para la casa.

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Los que vivimos en Paraguay estamos acostumbrados a que nos estén pidiendo monedas, nos ataquen el auto para limpiarnos el vidrio por un billete, "alquilen" personas en sillas de ruedas para quitar dinero, o finjan demencia por ese metal que está en el fondo de la cartera... vivimos esperando lo peor de la gente, y toda esa plata se va quizás en sus necesidades básicas o en alcohol y cigarrillos. Pero siempre se trata de una necesidad, pues hay un vacío que llenar.

Este viernes 3 y sábado 4 de setiembre otra grupo de personas se va a asomar a tu ventana para pedirte una mano para satisfacer una necesidad básica del ser humano: el de una vivienda. Ellos son de Un techo para mi país - Paraguay; se propusieron construir 100 viviendas para gente que no tiene una casa. Si querés variar un poco, podés hacer tu aporte a través de los cajeros de Infonet, y otros métodos quepara que no tengas excusa y digas "yo no sabía cómo ayudar".




Cuando se acerquen a vos, acordate que no te piden endeudarte por la AFD ni construirles una mansión. No te están pidiendo que te descompongas la manicura o que agarres un martillo para que te salgan callos. Un 5 mil´i qué te hace... vas a dejar de comer 2 empanadas de Don Vito, vas a elegir un gusto de pizza menos caro, vas a tomar agua de la canilla (con filtro o hervida) en vez de una Coca Cola... pero no vas a dejar de tener un techo vos para darle un techo a una familia.

(por cierto, quiero hacer una aplicación en Facebook que diga "de dónde va a salir el 5 mil´i que vas a aportar a "Un techo para mi país", con frases divertidas como "te vas a ir a Coyote en el 18, dejá el Mercedes en casa y ponele onda" o "vas a comer del lomitero de la esquina en lugar del restaurante donde ya hiciste reservas. Con las salsas va a parecer una cena gourmet". ¿Alguien me ayuda?)

Para ayudar a UN TECHO PARA MI PAIS - PARAGUAY, podés hacerlo por estas vías:

-Cuenta 980.000 - Visión Banco
-Cajeros Automáticos de Infonet (2 al 5 de setiembre)
-Aporte en alcancías (3 y 4 de setiembre): Avdas. España, Choferes del Chaco, Mariscal L{opez, Fernando de la Mora, Aviadores del Chaco, San Martín, Perú, Kubitschek, Rodríguez de Francia, Rca. Argentina, E.Ayala, Boggiani, Brasilia, Artigas, entre otras.
-Dándoles ánimo a través de su página en Facebook

Vivir para que llegue viernes

Todos tenemos un día que esperemos que llegue. El día que yo espero, es viernes. Me levanto sabiendo que es el último día en que tengo que ponerme de pie por obligación, y dejo que pasen los minutos para reencontrarme con la noche y unos días de aire de los quehaceres laborales. Me gusta trabajar intensivamente para no dejar un mísero pendiente, e irme a mi casa con la sensación de victoria sobre mi agenda.

También tengo algunos "no debo". No debo parar en Burger King, por ejemplo, o premiarme con una empanadita de Don Vito por aguantar 2 horas más en la oficina. No, aguanto 45 minutos de tráfico a mi casa, con jaqueca a histeria, para llegar y encontrarme con una heladera con ingredientes y sin comida preparada.

Pero me pregunto, ¿para qué quiero que sea viernes? Todos los días de la semana tengo una rutina de "deberes". Todo consiste en "debo hacer": desde el "debo abrir mis ojos" (cómo me fuerza ese!) al "debo dejar mi ropa lista para mañana" (siempre desfallezco antes de hacerlo). Paso por el "debo pagar las cuentas", "debo doblar la ropa", "debo preparar la cena, y el almuerzo de mañana".

Pero llega el viernes, y ¿qué le sigue? Sí, tan sencillo como parece: le sigue el sábado, el día en que tengo que levantarme temprano para conseguir turno en la peluquería (hace 1 mes trato de ir), que tengo que ir a cambiar un dato en el banco (el único banco que abre sábado), o tengo que lavar el auto y consumir 3 horas de mi vida en eso por mi tacañismo (cosa que pospongo hace 2 meses), o tengo que hacer la lista de compras, o tengo que ir al súper, o tengo que mirar el balance del mes para ver cómo cerramos, o tengo que lavar la ropa (siempre en el lavarropas, no tengo el don de hacerlo a mano). Confieso que hasta "tengo que" ir a la iglesia, donde ya no veo a mis mejores amigos, y tenemos que coordinar una noche para vernos. Eso toma 3 meses ahora. Antes era todos los sábados. Ahora tengo que agendar como una conferencia de la ONU, algo tan lindo como ver a mis amigos.

Sí, me siento tentada a jurar que este sábado y domingo voy a dormir hasta el mediodía y que aunque me despierte, voy a revolcarme en la cama y sentir las fibras de mis sábanas hasta que ceda al placer de la descontracción; prometo que no voy a lavar las ropas aunque toda la semana tenga que revolver el ropero para ponerme algo (ya comprobé que tengo stock para sobrevivir tranquilamente 2 semanas sin lavandería, ya que el frío y la lluvia en este invierno previnieron mi quehacer de ropas), me propongo algo tan sencillo pero desafiante como no alzar un hilo del piso, por el simple placer de sentir que no tengo obligaciones.

Pero el sábado a las 9 de la mañana, me gana el remordimiento; y para compensar, acabo haciendo cosas por todos, menos cosas para mí. Confieso que encuentro un placer masoquista en los deberes; porque si hago las cosas, me canso, pero si no las hago, me siento miserable.

Confieso que una vez le dije a mi mamá: estoy PODRIDA de "tengo que hacer". Quiero hacer lo que quiero hacer. Pero pasan los años y, en la medida que me gano mis deberes, me gané también mis derechos.

"No se puede vivir esperando que sea viernes", me dijo una amiga, que comparte conmigo las ansias de que llegue el día. Para no sentir que mis días pasan sin que sean un tedio, a veces salimos a hacer algo que, de soltera, mis papás me dirían que "no se hace entre semana": ir al cine, salir con amigos, ver series. Eso sí, para las 10:30 pm yo estoy molida, pase lo que pase. Pero tengo esos ataques de supuesto chaoloquismo para sentir que no tiene que ser viernes para que comience a divertirme.

Hoy no sólo quiero que sea viernes; quiero que sea Navidad, quiero que lleguen mis vacaciones (volví hace 2 meses de ella), quiero que sea el martes que viene para cobrar. Pero voy a proponerme querer que sea hoy.

Banco de información: artículos sobre Herramientas Digitales

A pesar de tantos workshops y el día a día del trabajo de Community Manager (una de varias labores de mi trabajo), todavía creo que no manejo a la perfección este mundo de las redes sociales.

Si hay algo que descubrí, es que hay que ser sinceros en este mundo virtual. No borrar comentarios, siempre contestar educadamente y saber encontrar las oportunidades de diálogo. Ese es el código con el que manejo la marca que administro en la Web y mi marca personal.

Aprovecho este espacio para pasarles ciertos artículos sobre Herramientas en redes sociales y Periodismo Digital, para que vayan leyendo, haciendo click en los links. Son artículos escritos para Thelemongroup, un blog que se volvió referente en la comunicación digital, publicidad y marketing, y ahora aumentó su audiencia con su presencia en Paraguay.com.

Hagamos vida social profesional en línea
Reputación online, un análisis de cada una de las más populares herramientas de redes sociales.

Poné a trabajar esas herramientas del social media
Una lista de herramientas que tenés que probar, especiales para trabajo en Internet y redes sociales.

Tu marca digital sí existe
La construcción de una identidad y una profesión periodística en Internet. Los nuevos ejercicios de la profesión digital.

Espero que te sirva!

Lo que tus papás hicieron por vos (y no sabías)

Ahora que ya soy .... grande (?) ... bueno, más grande de lo que era antes, y tengo mi sueldo, mis deudas, mi marido (jejeje) y me doy mis gustos, me doy cuenta que mucho de lo que puedo hacer es porque no tengo hijos.

Ay, hijos. Esa linda idea que me fascinaba a los 19 y de la que hoy corro. Sepan comprender que soy recién casada, me merezco vacaciones de eso todavía.

Nunca fui ajena a los quehaceres de la casa. Me encanta cocinar pero odio lavar la vajilla sucia; prefiero repasar al barrer, lo peor de lavar la ropa es colgarla y lo mejor es oler su aroma. Así que la vida en pareja no me agarró tan en contramano. Mis pocas adaptaciones incluyen trasnochar (mi esposo acostumbra salir al cine, o ver películas a altas horas de la noche) y tener comida lista en todo momento (el chico come más que yo, y eso que yo como mucho para ser una chica).

Eso sí, tengo la agenda car-ga-da. Si me ponen una cosita más, exploto. Así como estoy, estoy muy próxima a ser una mujer alterada de Maitena. Me ponen un hijo y... no sé qué será de mi vida.

Y no es que un hijo me va a hacer menos femenina. Ando en championes y jeans, me voy a la peluquería una vez cada 3 meses, me mantengo las uñas cortitas porque me tedia hacerme manicura. Igual nomás logro cautivar la atención de Chris, así que mi look funciona.

Pero un hijo...tener un hijo, me hace pensar en que tengo renunciar a cosas que hoy no tengo... y me puso a pensar en todo lo que renunciaron mis papás por mí, y mis hermanos.

Si me asusta la idea de uno, no puedo dimensionar lo que es tres. Tres hijos. Tres colegios, útiles, ropas, cumpleañitos, comida...

Supongo que la recompensa emocional es altísima, por eso el mundo sigue habitado. Pero hoy por hoy, sólo sé que mis papás renunciaron a tanto...y tuvieron que esperar a que yo sea grande para que me dé cuenta.

Ojalá les reditúe en satisfacciones por las inversiones que hicieron.
Mi espacio, mi mundo, mi visión, a mi manera. ¡Así de sencillo es! Es de buena gente comentar, compartir y dar créditos si corresponde. Cualquier cosa dejame un comentario con tu e-mail, así contactamos.
 
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