Y sí, la gente mide nuestro entusiasmo por el tema en función a la cuenta regresiva que ven en nuestros perfiles de Facebook, en el Messenger y cuando lo decimos en nuestras conversaciones. Pero esta cuenta regresiva comenzó hace muuuuuuuu...cho tiempo,
- 9 años y 7 meses antes: llevábamos dos meses de una relación platónica, y Chris ya pensaba en matrimonio. Emocionadísima, le seguí en la visión de esto. Teníamos 14 años. Y sí, estábamos locos ya en aquel entonces.
- 2 años, 4 meses, 27 días antes: estaba en Miami y compré un libro de planificación de casamientos. Lo leí 6 veces antes de la propuesta.
- 365 días antes: da la coincidencia que un año antes de la fecha de casamiento, nos sentamos a hacer un ejercicio de presupuesto para ver si llegábamos a fin de mes, en el hipotético caso de que nos casábamos. Yo llevaba 4 días de antiguedad en mi trabajo. La fecha exacta de la realización de este presupuesto sé porque encontré el archivo de Excel en la computadora, que tiene nuestro primer bosquejo de prespuesto familiar.
- 265 días antes: era el casamiento de una amiga, y agarré el ramo cuando lo arrojó. Chris sonrió, cómplice de la situación.
- A los 217 días: no sabíamos en este entonces que nos casábamos (o sea, Chris sí, ya que me iba a proponer; yo no estaba tan segura en qué momento). Esa mañana todavía estaba negociando mi permiso para salir a almorzar con él. Por alguna razón (quizás porque presentía que era inminente), mamá decidió complicarme las cosas. Exasperada, le dije que afloje el tema o sino, nunca Chris me iba a pedir en casamiento. Bajó los brazos, y me dejó partir al almuerzo donde me propuso casarnos.
El anuncio via Facebook causó furor y algunos amigos incluso la nombraron "foto del año". 57 "me gusta" y 67 comentarios de amigos que celebraron con nostros el momento vía social media.
- A los 209 días: apareció el primer elemento con aroma a casamiento en la casa: el tul para el velo. Mi papá casi entra en cortocircuito, más por la purpurina volando por todas partes que por el simbolismo de la tela.
- A los 206 días: ya tenía la página web, el countdown app en Facebook y el livestreaming organizado. Sí, aparentemente yo nací para este momento.
- A los 200 días: le dije a Chris "falta mucho!" y él dulcemente me respondió, "falta menos que hace 9 años". Le di la razón.
- A los 145 días: mi papá decidió absorber todos los sábados posibles para hacer cosas con mi mamá, siendo que era el único día libre que tenía para ir a hablar con proveedores. Se pasaba diciéndome "para qué vas a ver, si falta mucho". Armé un berrinche tan digno de una bridezilla, que el casamiento se volvió prioridad de agenda.
- A los 140 días: comienzo a armar las invitaciones. Cuando terminé las primeras 5, sentí que fue un craso error. Fue muchísimo trabajo y comencé a agendar días y horas para hacerlo.
- A los 102 días: suspiro profundamente por haber terminado la última tarjeta.Al menos eso creía, hasta que más o menos 80 días antes del casamiento terminé haciendo 45 tarjetas extras. Chris se prendió a la labor,
- A los 99 días: me fasciné con el hecho de que ya no llevaba 3 dígitos la cuenta regresiva, al punto que lagrimeé por ello.
- A los 78 días: reconozco que mi papá estaba determinado a hacer problema y cuestionar cada paso del camino al casamiento. De todos los escenarios de problemas posibles, el que nunca me imaginé es mi papá haciendo de contrera a todo. La cuenta regresiva comienza a tratarse de que finalmente, va a dejar de cuestionarme todo lo que se refiere al tema.
- A los 60 días: me doy cuenta que dejé el gimnasio hace un mes, siendo que debería estar intensificándolo. Casi todos los días salgo tarde de la oficina y el 30 decide no pasar nunca y por ende, llego a casa a una hora mucho más tardía de la que podría ir al gimnasio.
- A los 44 días: desisto de la idea de tener el cuerpo perfecto (no sé en qué momento me lo propuse) pero Chris me recuerda (o me hace creer) que soy perfecta así como estoy.
- A los 39 días: una madrugada que me desperté, cansada de todo el correrío y de cosas sin solucionar, me dije a mí misma que faltaba poco para salir de vacaciones. Y no iban a ser cualquier vacaciones: iba a ser en México, mar caribeño, y con Chris. Me entró al cerebro como anestesia. Falta menos para que me borre por unos días.
- A los 35 días: faltando tan poco para casarme, la cuerda sigue apretada por mi cuello en cuanto a permisos. Este día, me recuerdo que cuando esté casada, aunque tenga que pagar cuentas y no pueda tener más ataques de shopaholic, voy a recordar que ya no necesito permisos ni burocracias para salir con mi novio. (está demás decir que no me caso por eso, claro está)
- A los 34 días: papá se enternece y dice que le va a malcriar mucho a sus nietitos. Eso le cambia mucho el humor con respecto a todo el asunto del casamiento. Le dije que me deje en paz un buen tiempo sin este tema, pero me pone feliz que le ponga feliz.