Entre el barco y la caminataTengo días de ataque de coraje. Esos días en que me decís: "hoy zarpa un barco a nuevo puerto, ¿te subís?" y yo, sin preguntarte ni siquiera si voy a tener comida a bordo -yo no me voy a ningún lado si voy a pasar hambre-, cuánto dura el viaje, o a dónde vamos, me subo. El que me conoce sabe que me quedo en el bote hasta que me echen por la borda. Literalmente. Me voy hasta el final de la odisea, termine con mi humanidad muerta de hambre en la proa o llegando al paraíso, donde hay dunas, olas, palmeras y comida (también puedo morir y llegar al Paraíso, ¿no?).
Y hay esos días donde prefiero otros medios de transporte. Donde elijo caminar a pie el camino, donde es más sufrido, pero no es turbulento. Me gustan los caminos transitables con mapita, me encanta saber de dónde vengo y a dónde voy, y saber cuánto toma llegar, saber lo que hay por el camino. Me siento segura. Hay días que me gusta, y hay días en que detesto saber todo lo que hay por el camino.
Hoy es un día donde necesito -una vez más, y para variar- decidir. No me gusta no tener la gran macrovista de Dios en las cosas, -a quien me lo imagino mirando mi vida como un mapa, de inicio a fin, un poco masónica mi imaginación pero así lo veo-, quisiera pararme a Su lado y ahí decir "Aaaah, por este camino llego muy bien" o "No, este camino está muy malo". Pero no, soy una piecita en la tabla del juego de la vida, y se echan los dados a una velocidad que no controlo.
Me presentás una encrucijada, y no sé qué hacer. Confieso que estoy por hacer la gran
Rory Gilmore, de la serie Gilmore Girls: hacía una tablita de pros y contras. Yo también lo hice siempre: para elegir tema de trabajo práctico, universidad, etc.Urge hacer la tablita de vuelta.
Lo importante es decidir, y stick to your decisions (mantenerte en tu decisión), al menos que la vida te demuestre con demasiada evidencia que es hora de cambiar.
Me gusta el cambio, pero también le tengo miedo. Me gustan los abismos, pero odio caer al vacío. Amo la seguridad, pero detesto la monotonía.
¿Alguien me entiende?
A veces, según mi humor, me aventuro y zarpo, y otros días me quedo en tierra firme, los dos pies bien plantados, moviéndome de aquí para allá (pero en todos los casos, creo que tengo al menos un pie en el piso).
El mambo es, ¿cuál es un buen camino? En general, creo que mis impulsos no son buenos. Trato de no ser impulsiva, aunque cuando lo soy, confieso: lo disfruto. Hasta cierto punto también, mientras me tome con soda la cosa. Cuando me pongo densa y filosófica, ni yo me aguanto.
Así es como se siente crecer, entonces... decidir. Seguir para el frente, no mirar atrás. No dar lugar al "qué hubiera sido si...". Cuando das un paso para adelante, hay algo a lo que estás renunciando.
Pero hay algo que estás ganando.
Gran siete. Soy una mujer muy, muy, muy antagónica.