Pecados capitales laborales

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Se vive y se aprende. Qué gran principio de la vida, que me permitió moverme para adelante y que es mi consejo cuando algo no sale como se prevé.
 
Hay cosas que hice en el trabajo y descubrí que tenía que dejar de hacer, otras que me hicieron, y también cosas contrarias a lo de la lista que me hicieron decir “qué suerte que mi colaborador actúa así, si me hacía lo contrario me iba a desquiciar”.  Estos consejos son para gente que quiere destacarse en su trabajo, que sueña con más y que está dispuesta a pagar el precio. Éstos son los pecados capitales a evitar:

·      Limitarte a hacer lo que te toca: tener un pie y sumar al equipo te abre el mundo a más gente, a demostrar que tus capacidades exceden lo que se te asignó. 
·      Esperar que te digan lo que tenés que hacer: en el mundo ideal, la cancha está rayada, los procesos están hechos, y alguien tiene el tiempo para enseñarte cómo funciona el mundo laboral. En la práctica, no es así. Llano, puro, sencillo: colaborá sin ser invasivo, observá a tus alrededores, tomá nota, y levantá la mano cuando alguien necesite algo, aunque sea un vaso de agua.
·      No llevarte el apunte de tus pendientes: mis jefes no son mis niñeros. No tiene por qué dudar si hice algo. Si hay algo que me encanta de mis colaboradores más destacados, es que una vez que yo digo que se haga algo, no tengo que llevarle la cuenta o angustiarme si hizo o no hizo. Es todo un arte llevarse el apunte. Escribí en un pizarrón, usá postits, usá una agenda. Decidí lo que hay que hacer diariamente, semanalmente, quincenalmente, mensualmente o a qué altura del año se entrega.
·      Hacer lo que querés, no lo que te toca: algunos colaboradores tienden a querer justificar lo que no hicieron, con lo que sí hicieron. Newsflash: en tu descripción de cargo dice una serie de responsabilidades, si lo que hiciste no está en esa lista, lamento decirte que no te merecés la estrellita en el hombro. créanme que cuando se decida sobre recompensas, ascensos, y despidos, no se te evalúa por lo que hiciste y no te tocaba hacer, sino por lo que te tocaba hacer y no te hiciste cargo.
·      Meter bajo la alfombra lo que no hiciste: cruzar los dedos para que tu jefe no se de cuenta y al final de todo creer que le jodiste, lamento decirte que no hay ningún pendiente que tu jefe te de por amor al deporte o porque tiene ganas de darte cosas para hacer al pedo. Si creés
·      Proponer sólo problemas, nunca soluciones: ojo, podés decir “tengo este problema y no sé cómo solucionar. Pero cómo se valora al colega que con el problema, piensa en cómo zafar.
·      Decir “a mí no me toca eso”: si no violara algún derecho humano, le meto un sopapo al que me diga semejante aberración. 

La condena por caer en uno de estos pecados es el limbo de la falta de crecimiento, la pérdida de la recompensa, el lago del fuego y azufre de la condenación laboral. ¿Trágica? Sí, lo es cuando hacen más difícil el trabajo. No hay cumbres inconquistables. Todo desafío es conquistable si todo un equipo pone de su parte.

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