Amar sabiendo que no hay mañana

En un mundo de descartables, donde acostumbramos que todo lo que nos haga sentir mal se deseche; donde lo que cuenta es lo lindo, no necesariamente lo que vale: donde prima que uno se sienta bien y no cómo se hace sentir a los demás...


Qué lindo (y triste a la vez) es encontrarse con una historia así. 




Heather y Patrick Walker se enteraron, a las 16 semanas, que su bebé tenía una condición médica que, a los sumo, le permitiría vivir horas después de nacer. El matrimonio y sus dos hermanitos lo siguieron amando durante aproximadamente las siguientes 34 semanas que le tomó llegar al mundo a Grayson James, que se fue en un suspiro. Tan sólo a ocho horas de nacer lo despedían, no sin antes haberle dado besos, abrazos, el cariño de papás, hermanitos y abuelos, tíos y amigos. Su corta pasada por la tierra se llevó un mundo de cariño.


La historia cobró fuerza global cuando Facebook bloqueó la cuenta de la mamá, que subió fotos del bebé para generar conciencia de la anencefalía que afectó a su hijo. En entrevistas, ella cuenta que se cansó de sentir que tenía que esconder lo impactante de lo que vivieron, por no incomodar a la gente. Entonces las fotos que subió le valieron el bloqueo en Facebook (según Facebook comenta, se dio a raíz de reportes de diversas personas al contenido). Finalmente la red social pidió disculpas, deseó los pésames y levantó el bloqueo del perfil y de las fotos.


En una de las entradas de su blog, la mamá cuenta cómo los hermanitos daban besos a la panza, y cuán inquieto era Grayson. Confesó su tristeza profunda y sus temores, y aún con la oferta médica de abortar el bebé, decidió continuar con su embarazo. Compartió su sentimiento de angustia días antes de la cirugía, sabiendo de qué manera iba a terminar el cuento. Y sin embargo, no dudaron un segundo como familia en darle todo el amor a quien sólo iba a estar por instantes con ellos.


Por lo que leí en los comentarios, muchos papás que pasaron por la situación de enterrar a sus hijos tan temprano se encontraron con otras personas que en su tristeza, comparten esperanza. Algo tiene la experiencia que, cuando sabés que hay gente que pasó algo como vos y sobrevivió, te empuja a seguir peleando la batalla de la vida. Este matrimonio escogió no culpar a Dios de lo que les pasó, están buscando su propósito en lo que vivieron.


Y me hizo preguntarme, sin ánimo de cinismo ni de provocación: ¿cuál es el propósito de tener un hijo, para verlo morir? ¿Para qué vas a seguir con algo que sabés que no va a terminar como vos querés? ¿Por qué no acabar antes de que generen más recuerdos? ¿Sufrió el bebé? ¿Sufrirán más los padres al haberlo tenido en sus brazos, que si se hubiera no haberlo dejado nacer? ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar?


De todos los caminos posibles, creo que tomaron el camino más difícil: el de ser coherentes con lo que creían. El camino más angosto, el de pasar todos esos meses dando amor y sabiendo que quien lo recibía, no iba a vivir mucho más. Cierto, nadie sabe nunca cuánto queda de vida a quienes amamos, pero ellos tenían la certeza de que mucho no iba a durar. ¿No les entró nunca el sentimiento de que iban a dar tanto amor en vano? 


Mi pregunta más grande es, ¿por qué decidieron seguir y que acabe en lo inevitable?


Con su decisión de dejar que el embarazo continúe su curso, los papás permitieron que Grayson no sólo viviría 8 horas, ni siquiera los 9 meses que estuvo en la panza de su mamá. Hicieron de la historia de su hijo un legado y una lección para la humanidad, y que cada persona que se encuentra con esta historia pueda quitar su lección. 


A mí toda esta historia me habla de cuán lindo es amar aunque no se reciba a cambio. Para mí demuestra al mundo que se puede amar sin condiciones, para hacer sentir amor, no por lo que te puede dar el otro. Sus papás le dieron amor aún en medio de su sufrimiento. Estos papás, en compromiso con lo que creen, llevaron a cabo su fe hasta lo último. No decidieron dejarle llegar al nacimiento porque les iba a hacer más fácil el duelo (de hecho, me parece que la salida más fácil era tomar el consejo médico y abortar, por mal que a mí me parezca). Ellos dejaron que la vida siga su curso. Ya que la vida les regalaba una horas con este bebé, le hicieron sentir muy amado y especial en el tiempo en que lo tuvieron en sus brazos. 


Se les puede criticar muchas cosas a los papás: que las fotos pueden parecer sensacionalistas, que alimenta el morbo, que quizás el bebé sufrió. Pero ninguno de nosotros querría estar en sus zapatos, y tener que enfrentar lo inevitable que ellos enfrentaron. Y aún en ese dolor, tuvieron la grandeza de amar incondicionalmente, como si no hubiera mañana. Es más: lo amaron sabiendo que no habría mañana. Lo amaron como si fuera a vivir para siempre. Y espero que así sea, a través de las lecciones de vida que podemos quitar. Es una lección de coraje y de compromiso con la vida.


Tú eres el que cura. Tú puedes hacer esto. Tú serás glorificado termine como termine. Espero que tengas planeado algo diferente a lo que los doctores dicen, pero acepto Tu Voluntad. Quiero ser una defensora de la vida. Quiero que la gente sepa que Tú eres el que da y el que quita. Voy a continuar en esta montaña rusa, ayúdame.
                                                                              Heather James - mamá de Grayson.
(Fuente de la cita: el post de la mamá, 9 noviembre 2011). 


Y vos, ¿qué lección quitarías de esta historia?



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