Suspiros

Si tuviera que describir en una palabra el día de nuestro casamiento, diría que fue sublime. Fue suspiros de inicio a final.

Comenzó a las 6:40 am ese día. Ya no podía dormir. Llevaba un aceleramiento toda la semana y su consecuente cansancio. Pero la adrenalina tomó el control del día y me levanté, pretendiendo no hacer nada de organización ese día.

Pero me equivoqué. Faltaba ir al Shopping, ir a retirar el vestido de mi hermana, y como ya andaba por la calle y no aguantaba la mugre del auto, lo llevé a lavar también.

Ese día y como nunca, mi novio-ahora-marido me llamó al celular. Habrán sido 20 veces en todo el día. La verdad, nunca fuimos de comunicarnos mucho vía celular. Ni por email. Ni por las redes sociales. Sencillamente marcábamos un día de encuentro y nos sentábamos a hablar, o caminábamos mientras hablábamos, o reíamos mientras hablábamos, o nos abrazábamos mientras hablábamos. Pero el celular jamás sonó tanto como ese día, marcando su nombre en la pantalla. Y durante instantes, nos quedábamos en silencio. Cada uno sonreía desde su lado del mundo, porque sabíamos que la distancia física no iba a durar mucho más.

Por fin llegó la hora de ir a la peluquería. Una de las damas de honor, Moni, vino por casa y marchamos las 3 mujeres del hogar más ella a Eva Noguera. Desde que llegué, yo era "la novia". "Ella es la novia, le toca el service" y ahí iba yo, correteando por la peluquería siendo "la novia". Nunca voy a negar que me en-can-ta-ba ese papel. "La Novia". Quisiera poder ser la eterna Novia.

Nos atendieron impecablemente, y hasta salimos antes de tiempo: eran las 5:40 pm cuando marchamos para...alguna parte. En el auto Meli, mamá y yo decidimos que teníamos hambre. La gran pregunta era cómo meter comida en la boca. Entonces hicimos una parada técnica y nos fuimos a Alberdín, antes de ir al Hotel con toooodos nuestros pertrechos para prepararnos. La cara de desconcertada de la gente, ni les puedo explicar. Corría con mi velo liado alrededor de mi cuello, pidiendo bandeja de bocaditos y Sprite Zero.

En el hotel, me fui a mirar la sala del evento. Todo ya estaba puesto. No di con mi genio y comencé a contar sillas en cada mesa, para ver si correspondían las cantidades. En minutos llegó mi decoradora, Teresa Vaesken, y se subió a la habitación con todos los ramitos de las damas de honor, los boutonnieres (que luego me completó porque le di mal el número de hombres en el cortejo!) y los arreglos para las mesas y el auto.

A las 19 hs y puntualmente, llegaron dos caballeros de honor. Vik y Yayo estaban encargados del transporte de los novios. Hicieron de las suyas por todo el hotel, además de colocarme en su lugar cosas como el centro de la torta, verificar que coincidía la planificación de mesas, y muchos favores más. Desde entonces, también hicimos una producción fotográfica en familia.

Por su parte, el novio estuvo a las 20:05 en la iglesia. Casi le dio un infarto cuando vio las luces apagadas. En instantes, encendieron las luces, y cuando decidió ir al fondo de la iglesia por el jardín, un perro le salió en el camino y decidió que iba a quedar lindo jugar con él. Le saltaba encima y mi estimado temía por la integridad de su traje. Luego, se solucionó todo cuando la dueña salió a apresar el can.

Ah, el pastor también se perdió. Se fue a otra iglesia. Pero llegó antes que yo. Me fui a dar unas vueltas por la ciudad, tras salir a las 20:20 del hotel. Incluso nos dimos el lujo de pasearnos con Vik y Yayo frente a la iglesia, y hasta la Catedral. Había champagne en el auto, y con nosotros celebraban las caravanas de vehículos.

Luego de que le confirman por celular a los chicos que la iglesia ya estaba suficientemente llena, marchamos a la Iglesia. En minutos me encontré del brazo de mi papá, y escuchando Canon de Pachebel en el cuarteto de cuerdas que tanto quería tener.

Mis amigos y familia se comportaron y los encontré en fila, prestos a entrar. Marcharon todos en fila hasta que me llegó el turno. Mi papá se quería ir más rápido y yo le frené.

Desde la entrada de la iglesia busqué la mirada de Chris, hasta que en un instante, hicimos click. Nos vimos. Ya estábamos ahí, justo donde queríamos estar.



La ceremonia la hicimos mirándonos el uno al otro bajo un arco, ante Dios, nuestras familias y amigos y ante el Pastor Hermann Juilfs, nuestro pastor de infancia, el pastor que no nos dejaba sentarnos juntos en el campamento porque nos enamoramos en una temporada donde las hormonas adolescentes en la iglesia hacían catástrofes. Fuimos obedientes, lo tomamos todo despacio y con soda, hasta que llegamos a hoy. Sin quitar la lengua, sólo felices.

Todo ese momento pudimos estar de las manos y mirándonos., disfrutando de las reacciones del otro. Cuando llegó el momento de los votos, Chris me sorprendió al haberse aprendido de memoria sus votos. A mí no me dio la cabeza, yo leí los míos. Según Bruno, terminé con honores el colegio pero no fui capaz de aprender mis votos (sí, Bruno, sé lo que dijiste!). Pero lo dije de corazón.



Tras el beso, nos saludamos con los invitados en la puerta de la iglesia (antes fuimos atacados por granos de arroz), y poco a poco se fue dispersando la marea de gente y comenzó a caer la llovizna. Entré a la iglesia a mirar el arco, los moños con flores en las sillas de la iglesia, los arreglos de enfrente. Miré todos los detalles que pude, que pensé y soñé para ese día.


Camino al hotel tuvimos tiempo de suspirar un rato juntos. Vik me seguía cantando "Not in the back of my car!" y hacía de DJ con el iPod. Yayo aportaba sus incisivos comentarios para amenizar la velada. Teníamos champagne para celebrar y proseguir con la noche.



Luego del Civil (que nunca me emocionó mucho; por mí, hubiera ido en jeans al Juzgado a liquidar el expediente), entramos a hacer nuestro Primer Baile. Michael Bublé, con "Baby, you've got what it takes" fue el tema que escogimos. Ensayamos una semana con las profes de baile de la Escuela de Ballet de Alex Martínez, que nos tuvieron paciencia. Eso sí, el piso conspiró y como lo enceraron, volamos por los 4 costados. El desenganche de mi vestido tampoco estaba en los planes. Pero como bailarina de Showmatch, proseguí el baile hasta el final. (Y no, Chris no tuvo nada que ver con que se suelte el cuello).





Para entonces, ya tenía hambre y me comenzaron a dar órdenes los fotógrafos de Sociales. Sí, yo sé que los llamé yo; pero ya estaba un poco arisquita (un poco?) y el novio me decía que mantenga la tranquilidad. Mi papá sólo quería sentarse a comer y mi mamá, a charlar con sus amigas. Yo quería sentarme a mirar el mundo pasar.

Eventualmente, pude hacerlo. Sentarme en mi mesa de 2 lugares, a comer grisines con mi esposo. La mesa tuvo muy poca ocupación porque nos pasamos paseando por la sala. El servicio del hotel marchó impecable; la comida estaba caliente y fresca, de entradas a postres. La torta de De la Casa Pederzani coronó los postres: elegimos una torta bien empalagosa, helada, con frutos rojos, dulce de leche, merengue y masa de vainilla.

Me di el lujo de arrojar el ramo al ritmo de "All the single ladies". En el grupo habían chicas que saltaban y arañaban por el ramo, y otras que se escondieron en el fondo por hacerme el favor de estar de pie. El ramo del legado lo agarró Chiara, mi compañera de colegio, que aún busca su par (es muy exigente la chica, y hermosa, chantas abstenerse!)

Y pasaron las horas, las risas, el tiempo compartido con los más íntimos de cada familia, y la celebración se fue aserenando. En una de esas, Chris subió arriba y ya no bajó más. Dos de los amigos me dijeron que, a partir de que arrojé el ramo, no tenía ninguna obligación de estar en la celebración. Luego me dijeron que tenía la obligación de estar en otra parte.

Así que sucumbí al cansancio, y dejé la celebración. Luego me chusmearon cómo siguió el tema. Pasó las 2 am y la gente estaba charlando aún. Las mesas se iban desarmando lentamente. Todos se retiraron a las risas y, aparentemente, felices.

Así fue la noche: Suspiros. Fue una noche súper especial, y Dios permitió que sea todo lo que queríamos que sea. Por sobre todo, nos permitió estar juntos y dar este salto, de la mano; con Él y del uno con el otro.

Gracias a mis amigos por sus fotos: Rache, Meli, Vik, Yayo, Belu, Pame, y muchos más!

2 viajeros que conversan:

Carmiña Masi dijo...

Demasiado bien escribis Vane! Two thumbs up!!

lenchi dijo...

Vane, love it! leer este esta entrada me remonta a ese día tan especial para ustedes y para todos nosotros. Seguí escribiendo, que ahora empiezan las aventuras de desperate housewife, yayyy!!!

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