Qué trama más complicada la tuya, Lugo
El argumento de la novela política paraguaya ha dado un nuevo giro: al ex-obispo y Presidente de Paraguay le apareció un hijo en la escena.

Acá en Paraguay -si no es una constante de la humanidad- nos gusta enredar lo personal con lo laboral, académico, espiritual, sentimental. No es que no tenga que ser así: creo que la persona es integral y una área de la vida se superpone con la otra. El tema que objeto es que hallamos placer en ello. Así como González Macchi tuvo sus botellitas de alcohol, Calé Galaverna tiene una elección manipulada en su haber, Nicanor tiene su demencia en su expediente y Stroessner tiene a Ñata Legal como una mala autora de libro que chusmea el vox pópuli, Lugo ya tiene su talón de Aquiles.

Nuestro presidente acaba de condimentar su historia personal y la de su país, de una manera digna de las más complicadas tramas de series de televisión. El ex-sacerdote y Obispo de San Pedro, el departamento más pobre del país, acaba de añadir un picante ingrediente a su vida: tiene un hijo de 2 años, fruto de una relación sentimental que se remonta a la era de líder religioso, de 10 años de antigüedad con una encarnacena Viviana Carillo.

Como si ya no fuera fascinante -o temerario, como lo quieran ver- que un religioso deje su llamado en la iglesia para tumbar con todo un país a un gobierno que tuvo 60 años en el poder, ahora se añade un tema que es de debate mundial: cómo muchos religiosos -sean de la religión que fuera- tienen una vida paralela a la que llevan sobre el altar. Creo que de todas las alternativas posibles y reales -violar niños, comprar jets para esposas malcriadas-, Lugo tiene una de las alternativas "menos peores". Pero antes los ojos de Dios, da lo mismo que igual, y él es el juez, no yo.

Muchas ópticas se pueden tener del asunto, pero personalmente me inclino a una postura optimista -muy extraño de mi parte, por cierto. Rescato de toda esta situación que Lugo no le negó el derecho de ser reconocido a un niño; creo que se tuvo que plantear optar entre esconder lo inescondible, y ahora esta mujer no va a tener que mendigarle más el mantenimiento del niño.

Creo también que es un avance que una mujer se anime a denunciar y exigir la responsabilidad del padre de su hijo. Paraguay aún conserva una cultura matriarcal, donde la madre asume gran parte -si no es toda responsabilidad- en la crianza de los hijos, y los padres muchas veces se borran del mapa, dejando la crianza y manutención a la mamá. Viviana Carrillo no denunció a cualquier papá: denunció al Presidente de la República y ex-obispo. Se expone a la opinión pública en la lucha por un derecho de un niño, consecuencia de sus decisiones. No entiendo por qué negó que la firma era suya, cosa que se podía verificar con un peritaje -que terminó confirmando la legitimidad de la firma de la demandante-, pero al final de cuentas, entabló la demanda contra Lugo. Bien por Guillermo, que aunque no pueda tener aún un papá que lo críe, al menos tiene un rostro que reconocer por padre biológico y un provisor económico.

Finalmente, fue una oportunidad para demostrar que, en primeras instancias, el sistema judicial no encubrió el hecho y dio curso a la demanda de paternidad de la mujer, promovida el miércoles santo. No sé cómo va a acabar, ni manejo las realidades alternas de qué hubiera pasado si Lugo no reconocía y seguía el circo. Es más, no sé si la carpa de circo se va a levantar tan pronto. Pero respiro aliviada ante la confesión de Lugo, que no permitió que una vez más nos decepcionemos de la Justicia en nuestro país y que no trató de tapar el sol con un dedo.

No es para rasgarse las vestiduras, hacerse el harakiri, dejar de creer en Dios, si un ex sacerdote tiene un hijo. Cierto, es decepcionante, pero es humano. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra (al menos Calé Galaverna fue sabio por única vez en su vida y midió sus palabras "para no ser hipócrita"). Si Fernando Lugo se rectifica, cumple sus deberes como padre y busca no caer más en la violación de sus principios y creencias, creo que como país podemos movernos todos para adelante con esta historia.

¿Es este hecho un generador de crisis para la credibilidad de Lugo? Realmente a mí no me hace creerle menos -ni más. Me explico: en primer lugar, Lugo se pasó dando sonrisitas cuando le preguntaban si tenía un hijo. Nunca respondió que no -hasta donde yo recuerde. No tuvo que llegar al testeo de ADN para confesar que el hijo era suyo. Lo admitió en una conferencia de prensa, sin voluntad para responder preguntas de la prensa, pero lo hizo. Tardó 5 días, pero terminó haciéndolo. Quizás vio que no le quedaba alternativa, pero tuvo la decencia de admitirlo antes de pasar a mayores instancias.

Me preocupa más que parezca no saber qué hacer en su cargo que el hecho de que tenga un hijo. Pero admitamos que le da un condimento especial a esta historia, y una lección a todos.

PD: creo que después de esto, Carrillo ya agotó las instancias de una resolución sentimental con Lugo. Es el golpe final en la relación, y no es por feminista, pero destaco que lo dio la mujer.

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