Leyendas Urbanas:
El hombre triángulo

Estoy camino a la facultad, a las 5.45 pm. Sobre la avenida Mcal. López, toda la ciudad parece ebullir: la gente sale y entra por las avenidas principales. Salen los cansados de trabajar, entran los que buscan vida nocturna académica o social. En un punto, el tránsito parece congestionarse ligeramente más. Un hombre se encuentra parado detrás de un bus descompuesto –uno de los tantos transportes públicos que todos los días ocasionan caos en el tránsito y dejan a usuarios atrasados para llegar a sus destinos.

Sonrío. -¡Es el hombre triángulo! Hace mucho no lo veía.

Mi expresión descontraría a mi papá, quien se encuentra manejando. -¿Hombre triángulo?

-Sí, es un tipo que se para detrás de todos los buses a avisar que éste no funciona. Siempre lo veíamos a la vuelta de la facultad, con Bruno y Chris. Sobre Cerro Corá, Mcal. López o España. Donde haya un bus descompuesto, está él agitando los brazos y sonriendo a quienes estamos pasando. Hace de triángulo. Es el hombre triángulo.

-No es en serio.

-Sí. Una vez incluso lo vimos a la salida de la facultad, y llegando a Villa Morra, lo volvimos a ver, siempre haciendo de triángulo de buses descompuestos.

-No puede ser.

-Te prometo.

Su escepticismo comenzó a dispersarse, mismo si mi último comentario fue el más increíble de todo lo que dije. Hasta ya buscó explicaciones a la manera en que lo logra.

-Seguramente le avisarán por celular para que vaya.

Este personaje despierta curiosidad en quien se percata su presencia por la ciudad. En mi cabeza, me hice una serie de preguntas que le formularía, si le acompañara en su odisea. Esta es mi entrevista imaginaria con un personaje real: el hombre triángulo.

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No tengo estadísticas, pero tengo certeza que la mayoría de los asuncenos no tiene un triángulo en su vehículo. Mucho menos los buses, pero ellos tienen a alguien que actúa en reemplazo del elemento. Debería ser rojo, pero él tiene la tez dorada por estar gran parte del día bajo el sol. Su sonrisa blanca nos recibe para contarnos cómo es ser alguien que todos conocen, y a la vez, nadie sabe quién es.

-¿Tenés algún nombre?
-Me dicen Hombre Triángulo, y me gusta mi apodo. La gente hasta ya sonríe cuando me ve.

-¿Qué te parece que significa esa sonrisa?
-Les ablanda un poco más ver una persona en la calle, haciendo un bien: avisando que el micro parado tiene problemas. A veces me han de sonreír por lástima.

-¿Te pagan?
-Un cinco mil´i me pasan los choferes. Los dueños ya saben que, si su micro para, ya tienen que poner entre sus gastos el cinco mil que me dieron para avisar que paró el micro. No te digo cuánto gano por día por dos motivos: uno, muchos van a dejar su trabajo para quitarme el mío, y dos porque va a dejar en evidencia lo que ya se sabe y es mi negocio: que el transporte público es un desastre, y las calles también. Ahora se me ocurrió otro motivo, son tres entonces. No quiero que me asalten tampoco mientras estoy en la calle, trabajando. Ni que fuera millonario o qué.

-¿Trabajás para todas las empresas o para algunas nada más?
-Para todas las que andan por Asunción, en realidad.

-¿Alguna vez no te pagaron con dinero, sino con otra cosa?
-Una empresa me dio ropa fosforescente para la noche. Me sirve mucho. Aunque con los ka´ure (borrachos) ni aunque le vean al Pombero[1] van a atender lo que hacen.

-¿Por qué no tener un triángulo nomás para avisar que no funciona el bus?
-Ni idea. Pero no digas fuerte, que ahí me quedo no sólo sin trabajo, sino sin propósito en la vida también.

-Todos queremos saber: ¿cómo te ubican para que te vayas?
-Me llaman a mi celular los choferes, y me dicen su localización y me voy en moto. Estaciono sobre la vereda y me paro a hacer lo mío, sobre la avenida.

-¿Por qué parece que a veces estás en dos puntos de la ciudad a la vez? Sos casi omnisciente.
-¿Omnisciente?

-Sí, significa que estás en todas partes.
-No, ahora estoy acá, no en otra parte.

-Bueno, pero ¿por qué a veces te veo en un punto de la ciudad y después te veo en otro?
-Eso, no sé ni cómo explicarte. Yo estoy nomás donde me llaman. Seguro que llego más rápido que vos en mi moto nomás.

-¿Cuál es la avenida donde más se descomponen los buses?
-Por el estado de la calle, tiene que ser España. Pero por la cantidad de ómnibus transitando, en Mcal. López, cerca de la zona de la Recoleta y alrededores. Es un itinerario por donde pasan muchos.

-¿Qué te gusta de lo que hacés?
La sensación de que nadie más querría hacer mi trabajo, de verdad. Es un mercado donde yo soy el único. Acá soy especial, soy el más y el único a la vez. Da gusto mirarle a la gente también. Mientras estoy parado, en mi cabeza juego a decir las marcas de los autos que pasan, y de paso miro a la gente, y me imagino sus historias, quiénes son, qué hacen, qué quieren.

-¿Qué no te gusta?
Detesto la contaminación. Pararse detrás de uno de los mayores contaminantes de la ciudad que está tratando de hacer funcionar su motor, no es lo más salubre. También que la gente demasiado mal maneja también, muchas veces casi me chocan. Imagináte, chocar un micro estacionado en una zona con tránsito lento. Tenés que ser bestia.

-¿Casi ya moriste trabajando?
-Todos los días casi me muero, algún tavycho (torpe, en guaraní) siempre hace macanada.

-¿Tenés familia?
-No, no estoy casado. Mi familia vive en el interior. Acá vivo en una piecita, para ahorrar lo más que pueda y comprarme mi casita. Quién sabe si encuentro al amor de mi vida, en la calle, en el día menos esperado.

-¿Consideraste ser un espacio publicitario?
-Me ofrecieron, pero no quiero porque me alcanza con mi trabajo, o sino la cosa se vuelve más comercial que noble. Quiero ayudar, pero también tengo que comer. Siendo hombre triángulo, hago las dos cosas.

-¿Qué serías si no fueses hombre triángulo?
-Trabajaría en el aeropuerto, guiando a los aviones. Algo así, seguramente.

-¿Cuál es tu punto favorito de la ciudad para trabajar?
-Cerro Corá, de noche. Los travestis se pelean y es un espectáculo ver tipos corriendo con tacos altos y gritando al viento sus historias.

-¿Cuándo vas a dejar de ser hombre triángulo?
-Cuando me muera, e incluso ahí voy a ser especial. Toda la gente que muere se vuelve una estrellita. Cuando yo muera, van a mirar al cielo y van a saber quién soy: no voy a ser una estrella. Voy a ser un triángulo.


[1] Personaje mitológico de Paraguay, mitad perro y mitad hombre.

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