Un fin de semana ajetreado, les diré.

El sábado, bien temprano en la mañana, mi compañerita pulguita saltó de su cama. Los niños nunca aprovechan los días para dormir. Cuando quise capturarla para que no vaya furtivamente a despertar a sus papás, me prometió que iba al baño. Debí haber sospechado que no era así, cuando salió corriendo por la puerta. Fue directo al cuarto de su mamá. 

Tras el desayuno, nos preparamos para ir al Ballet, en el Carnival Center de Miami. La obra: El Casamiento de Aurora. Fue hermoso, un despliegue que me impresionó - no sé realmente si era para asombrarse, creo que es la primera vez que voy al ballet y soy la única que salió flotando del lugar, entre toda mi parentela. Duró sólo 45 minutos. El teatro estaba lleno de niñas con vestidos, sus madres, o padres, o ambos. Unos cuantos hermanos -incluyendo mi sobrino- parecían acompañar, no muy entusiasmados. Tampoco estaba emocionado el marido de mi prima. 

El Estado y donaciones privadas financian el ballet. El lema de la organización es: un país con grandeza posee bellas artes. Un staff de aproximadamente 50 bailarines me hicieron recordar el porqué dije que mi hija sí o sí va a estudiar ballet. 

La escenografía era monumental: creo que el escenario tenía unos 15 metros de altura, unos 10 metros de profundidad. El fondo era la vista de un castillo, respetando el estilo victoriano y las perspectivas que daban realismo a la historia, que se desenvolvió conectando a la princesa Aurora, Cinderella, Caperucita Roja y otras dos historias que no sé de dónde salieron, pero me encantaron. Ah, ya sé. Una era del gato con botas.

Realmente, la fuerza de la expresión del movimiento de los cuerpos le llega a uno en lugares del alma que no se llegan con facilidad. No pude evitar quedar boquiabierta con la maravilla del ballet. Las curvas de brazos. la firmeza de piernas. La dulzura de rostros. Los sentimientos fluyendo, por melodías y movimiento.

Al salir, todos en la familia parecían insatisfechos o aliviados de que acabó. Se entiende por parte de los dos hombres de la casa -se entiende no porque esté bien o mal, sino porque ya se veía venir que no les iba a gustar. La suegra de mi prima parece haber visto cosas mejores -ella y mi prima acordaron en que los hombres se veían muy pesados. Por otra parte, mi prima estaba por degollar a mi sobrinita, Joaninha, quien está imposible en los últimos días. 

De ahí fuimos a Coconut Grove, a almorzar. Después salimos a caminar por la avenida de las novias, donde hay invitaciones, vestidos, tiendas y más tiendas, para todo. Entramos en la librería Barnes and Noble. Ahí compré un libro acerca de la muerte de la publicidad y el nacimiento de Relaciones Públicas. Estoy leyendo. También, como es pretemporada de casamiento en la familia (no te desmayes mami, pero es la más cruda realidad: tenés dos hijas mujeres mayores de 22 años), compré un libro de casamiento que me cautivó. Pasé por la sección educación y Meli y mamá ligaron dos libros que tienen toda la pinta de serles útiles.

Sábado de noche fue bastante tranquilo. Nos sentamos a ver Saturday Night Live, y Joao veía clips de Yoda cantando, bailando o tirando pedos, haciéndole rodar a Joaocinho hijo de la risa. Krishna, por su parte, compraba de Itunes las músicas de Bon Jovi. Joaninha bailaba su música, y Sandra le retaba a Joao por el despliegue de videos antes esta dama. Esa fue su expresión, no significa que yo la esté afirmando. Fue una noche tranquila.

Domingo fue otro día cultural. Fuimos al circo en el American Airlines Arena, y fui sobreestimulada con figuras, luces, animales, personas. Realmente bello despliegue, aunque en el fondo me da cosa que los animales tengan que reaccionar a latigazos. Efectivamente, al salir del Arena, había un grupo de manifestantes que afirmaban que el circo estaba demandado por maltrato de animales, y que habían muerto ya 25 elefantes. 

De ahí fuimos a la casa de la amiga de Krishna, que se llama Andrea y diseña joyas. Tiene una linda casa onda ecléctica, 50s renovado. Muy lindo si es la onda decó, no si sos una anticambios com mi abuela.

Anoche no recuerdo qué hice. Sólo sé que tengo a Joao fastidiándome todo el día con que me caso pronto -cosa que no es cierto- y que una nueva semana ha comenzado.

Ahhh, fui al súper. Krishna odia ir, entonces le hago compañía. Compré unas cosas que me hacían falta -Joaninha usa con placer mi Pantene Liso Extremo, así que llegó la hora de comprar shampoo- y me pasé 25 minutos para esperar que me den jamón y queso, que te lo cortan ahí en la hora. Es más fresco así, dura más en la heladera, y apoyo la moción... 

A ver si un día me siento a escribir con las ideas que se me ocurren cuando no tengo nada para anotar. En el ballet, por ejemplo, sé que pensé algo y no recuerdo. Diviértanse y óptima semana para ustedes.

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