2008. Recomencemos.
¿Por qué esperamos al 1 de enero para replantearnos las cosas? No sé si todos, pero al menos eso parece. Me parece que el 2007 fue el primer año donde, un poco pasada la mitad del año, me dije: así no podés seguir, Vane. Y surgieron unos cuanticos cambios drásticos. Dolieron, pero asumo que es para bien.

Mi motto del año debería ser: No mires atrás.

La noche de Año Nuevo en Miami transcurrió tranquila. No pude hacerme los rulos como tenía estimado, para estrenar los nuevos cachivaches de Revlon que compré -un bargain, por cierto. Pero tuve tiempo para mí. Para elegir mi ropa, para peinarme, para pensar. Estrené mi jeans de Gap de regalo de Navidad de mi familia, una remerita blanca con copos de nieve con una blusita abajo, y un zapato blanco con strass, hermosa adquisición cortesía de Payless Shoes. 

Fue una cena tranquila, donde mi primita Joaninha se durmió en el sofá con los dedos en las orejas -tiene pavor a los fuegos artificiales- y el espíritu animado del resto de nosotros.  Fue la noche de comida dulce: pavo con miel, patatas en puré con miel, arroz con pasas de uva, y champagne de Champagne. Eso es, de la ciudad en Francia que hace el original champagne. Aprendí que el resto es vino espumante. Estoy adquiriendo cultura de vinos acá, del lado de mi prima. Me falta entenderme mejor con qué vaso es para qué.

A la tradición de la gente de acá de soltar un globo con helio con tu deseo, le sumé uno nuevo -había tantos globos...-: antes de que el 2007 se vaya, tenía que escoger algo que se iba con el año viejo. Agarré un globo dorado. Pensé profundamente: ¿Qué se iría del 2007? No faltaron ideas. Sé que es más cuestión de actitud, nada de astrología. Quería decidir, actitudinalmente, qué se iba. Qué iba a soltar, qué ya no iba a permitir que me arruine, me ponga triste, me venza. Ahí reduje más la lista. No tengo tantos problemas, pero los pocos que tengo, son autoprovocados por mi propia estupidez, me melancolizan y son vencibles, o son problemas serios pero que son llevables con gracia y la fuerza que sólo es encontrable en Dios. Soy muy bendecida, pero muy melancólica.

Descarté un petit marcante de vida del 2007 para renunciar a otro dilema que valía más la pena mandar mudar: deseé que con el 2007 se vaya la enfermedad de mamá. Chau 2007. 
Voló el globo dorado, desapareció rápidamente de mi vista, 3 minutos antes de medianoche. Decidido: era un pedido a Dios de no dejarse vencer por el ingrato y el maldito. Sin remordimientos, 

Llegó la medianoche, y el 2008. Como dije en algún poema perdido en el espacio: el hoy se convierte, en un instante, en el ayer. Otro nuevo globo, esta vez blanco, fue lanzado al aire, con un deseo para el 2008. Más que un deseo, una decisión. Me lo reservo por si no lo cumpla :) 

Decidí ser feliz. Eso tiene muchas implicancias, más de las que se imaginan. Implica dejar de autodañarse con gente que lastima, implica crecer, avanzar, sentirse útil, valerse de una para seguir, y tantas cosas más. Implica decidir para cosechar satisfacción. Creo que nunca decidí que tenía que ser feliz. Con la ayuda de Dios, llegaremos a la meta. Con su ayuda, miraré atrás, y estaré satisfecha. Y feliz.

Feliz 2008 para todos. Sean felices.

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